En el mundo entero se cuestionan cómo avanzar hacia la economía circular y, sin embargo, es un concepto del cual no se ha conversado lo suficiente ni se ha definido con precisión.
A la crisis ambiental producto de la contaminación por plásticos, pero en general a los peligrosos patrones de producción, consumo y desecho que dominan nuestras sociedades, la economía circular es una atropellada respuesta y tal vez la más irresponsable que se haya propuesto, en especial, por industrias, empresas, políticos y algunos activistas que, unos más y otros menos, se incomodan con un cambio de paradigma y pretenden garantizar el estado actual de las cosas.
Son 500 millones de toneladas de materiales plásticos producidos al año, y con muchísimo esfuerzo y serios peligros para las personas apenas el 9 % alcanza a ser reciclado una vez, para luego continuar su inevitable destino, un botadero, un bosque, los mares o nuestros propios cuerpos.
La economía circular es también la respuesta legislativa más común. Iniciativas de ley y regulaciones a lo largo del planeta pretenden “avanzar hacia la economía circular” y, aun así, no definen de forma clara cómo ponerla en práctica considerando a las personas, y, lo más urgente, cómo hacerlo sin causar problemas mayores de los que resolvería, según sus defensores.
La economía circular parece ser la nueva forma de promover “el reciclaje” de los plásticos. Es la palabra fina, estilizada, con que se plantea, básicamente, mantener los flujos de producción, consumo y desechos tal y como están, con una tendencia, eso sí, hacia arriba.
La economía circular ignora las 13.000 sustancias químicas que conforman los materiales plásticos, de las cuales, con seguridad científica, se sabe que 3.000 son mortales para la humanidad.
La economía circular ignora a las personas que trabajan el día entero con los materiales plásticos y a quienes trabajan con los residuos, en su mayoría jóvenes en estado de vulnerabilidad.
Sin ciencia para respaldarla
Los diferentes estudios científicos confirman que el reciclaje de los materiales plásticos es imposible, es decir, algo que nunca sería alcanzable en el estado actual.
Los materiales plásticos son derivados de la industria petroquímica; son combustibles fósiles hechos “plásticos”. Cada botella en sus manos, aplicador para oídos, plato desechable o el papelillo del confite es un combustible fósil, una fuente enorme de gases de efecto invernadero y razón de la crisis climática que nos apremia como humanidad. Los plásticos alcanzarán pronto el 15 % del presupuesto anual de carbono.
Lo que sí confirma la ciencia es que la solución número uno es poner un tope a la producción global de combustibles fósiles, combinada con prohibiciones graduales por completo de los plásticos de un solo uso (incluidos los plásticos promocionados como biodegradables) y sistemas de responsabilidad extendida del productor, obligatorios para aquellos materiales plásticos esenciales.
Estas soluciones están reflejadas en las diferentes iniciativas de ley promovidas desde hace 10 años por la Fundación MarViva en Costa Rica, Panamá y Colombia.
Derechos humanos
La economía circular es cargar la responsabilidad entera en las personas y quitarla a las empresas productoras y transformadoras de plásticos, sustancias y aditivos químicos; es una forma sutil y eficiente de no ser corresponsables de los enormes daños ambientales, sociales, económicos y sanitarios que los materiales plásticos causan.
Los plásticos son una de las principales amenazas para la estabilidad social y, en sí mismos, esquemas que violan los derechos humanos fundamentales, como ha informado la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
Al cierre de la segunda sesión de negociación para un tratado internacional ambiental que busca acabar con la contaminación por plásticos, y a meses de tener un primer borrador, las autoridades políticas, empresas, organizaciones y personas deben trascender el individualismo que nos ha llevado a este punto de quiebre. Estamos poniendo en riesgo las condiciones planetarias que garantizan la supervivencia de la humanidad en la tierra.
Hallemos soluciones estructurales e integrales, soluciones reales basadas en la ciencia, que conduzcan a un cambio de paradigma que posibilite, de una vez por todas, poner fin al problema de la contaminación causada por los plásticos.
El autor es coordinador regional de basura marina de la Fundación MarViva.
