Aparte de los partidos políticos ganadores o que perdieron terreno en el ámbito local, el análisis de las elecciones municipales debe extenderse a aspectos que, en ocasiones, pasan desapercibidos.
Conviene examinar si realmente existe voluntad de cambio en los electores, expresada mediante el voto, lo cual, cuando menos, debería reflejarse con candidez en las urnas.
Los resultados de la contienda parecen mostrar otra cosa, comenzando porque la mayoría de las autoridades locales se definieron por una baja participación, que en algunos cantones fue por diferencias bastante cerradas. A priori se constata una brecha entre las aspiraciones de cambio de la gente y la importancia que para ese propósito le se asignan al voto.
En el cantón Central de San José, por ejemplo, se registró una participación de alrededor del 23 %. De ese porcentaje, poco más de 13.000 eligieron al nuevo alcalde. En otras palabras, del total de electores inscritos, un 5,5 % definió el relevo en ese gobierno local.
De ese comportamiento, que bien podría calificarse de desinterés, apatía o protesta, no escapan los cantones que por primera vez escogían a sus autoridades locales, aunque era de esperar más entusiasmo.
En Puerto Jiménez, el porcentaje alcanzó cerca del 45 % y en Monteverde al 55 %. En el caso de este último, ciertamente debe reconocerse que está entre los que más cantidad de votantes atrajeron, junto con cantones como Turrubares (un 60 %) y Nandayure (un 58 %). Por su parte, en Río Cuarto, municipio que por segunda ocasión escogía a sus representantes, el 46,87 % de los electores así lo hicieron.
Una variable que podría asociarse a la participación electoral son los buenos indicadores. En el Informe sobre el producto interno bruto por cantón y región para el período 2019-2021, publicado en enero por el Banco Central, Belén se ubicó como el municipio que genera más dinero con relación a su población.
Por su parte, en el índice de competitividad nacional 2023, del Consejo de Promoción de la Competitividad, Belén, Montes de Oca y Heredia son los cantones mejor situados y, en el índice de desarrollo social 2023 del Mideplán, Belén y Escazú encabezan el ranquin.
En términos electorales, Belén tuvo aproximadamente un 42 % de participación y Escazú, un 38 %, pero otros, ubicados en posiciones más bajas en los índices señalados, registraron un promedio similar (La Cruz, un 36 %; Talamanca, un 43 %; Matina, un 38 % y Coto Brus un 39 %), lo que descartaría que las mejores condiciones u oportunidades de vida sean determinantes para incentivar el voto, al menos para quienes ya viven en esas zonas.
¿Cómo se explica esta realidad, considerando la relevancia de las corporaciones municipales en la vida local, los insistentes llamados a ejercer el voto y la existencia de una oferta electoral diversa, como en el caso del cantón Central de San José, compuesta por trece aspirantes a la alcaldía? ¿Acaso importa muy poco lo que suceda en el gobierno local, aunque luego la queja sea la constante por su desempeño? ¿O el voto ha perdido su valor como instrumento de cambio?
Múltiples razones convergen y explican qué pasa con el voto local, algunas de las cuales no son ajenas a lo que sucede con la selección de autoridades nacionales, desde quienes sin ninguna razón aparente conceden poco valor a los asuntos públicos y su atención está en otros asuntos hasta quienes no perciben mayor ganancia al elegir.
Lo anterior, sea porque están hastiados de la política y los políticos, porque la oferta electoral y los candidatos no los mueve un ápice, porque el tiempo pasa y su realidad y la de su comunidad no cambia, porque no hay ninguna amenaza de por medio, porque las formas de acercarse a las nuevas generaciones son obsoletas o sencillamente porque atravesamos una época en que las democracias enfrentan una sociedad para cuyas exigencias aún no se tiene una respuesta adecuada.
Es cierto que el centralismo estatal o los escasos recursos que dedican los partidos locales juega en contra de las elecciones municipales, como también lo es que ejercer el voto no se logra solo con un eslogan o insistiendo en su valor.
Es un momento complicado para la política y los políticos, ambos venidos a menos en la valoración pública, normalmente juzgados desde la esquina de la desconfianza y la sospecha.
Recuperar el aprecio por el voto en medio de la desconfianza hacia quienes lo solicitan no es nada fácil, requiere un esfuerzo monumental que demuestre en los hechos que el gobierno local incide positivamente en la vida de todas las personas, que los electores perciban que hay algo en juego cuando se vota, al mismo tiempo que la municipalidad incentiva por todos los medios posibles, y más allá del sufragio, la participación de los habitantes en los asuntos de la comunidad.
El autor es politólogo.
