
En respuesta al artículo publicado por el señor Ricardo Carvajal Huertas, el 11 de agosto pasado, en el cual argumenta que aumentar los impuestos al tabaco “reforzaría” el mercado ilícito de cigarrillos y la inseguridad, desde la Red Nacional Antitabaco (Renata), consideramos que el texto contiene cuatro falsedades.
La posición central de quienes trabajamos en el control de tabaco es que los impuestos al tabaco son la medida más costo-efectiva de salud pública para reducir el consumo, especialmente en jóvenes y grupos vulnerables, y deben acompañarse de controles robustos contra el comercio ilícito. La Organización Mundial de la Salud (OMS) respalda esta política, y Costa Rica ya ha ratificado el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT-2008) y el Protocolo para la Eliminación del Comercio Ilícito de Productos de Tabaco (Protocolo-2016), aunque no los ha implementado plenamente.
Costa Rica afronta un problema real de mercado ilegal de cigarrillos, pero este asunto debe traducirse en el desarrollo de políticas fiscales efectivas; combinando impuestos con un control robusto de la cadena de suministro que abarque sistemas nacionales y regionales de seguimiento y localización, intercambio de información y cooperación internacional, y fortalecimiento institucional.
Gran parte del discurso que atribuye el auge del comercio ilícito exclusivamente a los impuestos proviene de actores o estudios con vínculos con la industria tabacalera. Investigaciones académicas muestran que estudios financiados por la industria suelen sobreestimar el problema del mercado ilícito.
Es por esto que se requieren mediciones independientes e imparciales, como la realizada por la Universidad Nacional (UNA) y la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI) de Chile, que concluyó que existía un 30% de comercio ilícito en la Gran Área Metropolitana de nuestro país. Un dato importante es que se evidenció que parte de este comercio incluye la comercialización de marcas legales, y la presunción es que eventualmente podrían ser distribuidas en el mercado negro por empresas legítimamente establecidas.
Las siguientes son las afirmaciones que rebatimos:
- Subir impuestos alimenta el mercado negro y la inseguridad. La realidad es que los impuestos reducen el consumo. El mercado ilícito crece solo si no se aplican controles eficaces. La solución es combinar fiscalidad con medidas de trazabilidad, decomisos, cooperación aduanera y penalizaciones.
- Es como subir impuestos a la lotería. ¿Enferma o mata la lotería cuando se consume? El tabaco sí enferma cuando se consume, genera altos costos sanitarios (más de ¢300.000 millones al año) y pérdidas de productividad. Su tratamiento fiscal tiene una justificación sanitaria, no solo recaudatoria. No es lo mismo aumentar impuestos a un producto que solo sirve para dañar la salud que a uno que tiene fines loables.
- Los fumadores siempre comprarán lo más barato. Aunque algunos migran a opciones más baratas, la evidencia muestra que los aumentos sostenidos de precio reducen la prevalencia de consumo; evitan que los jóvenes inicien y promueven el abandono. El problema no es el impuesto, sino la falta de fiscalización. Por si fuera poco, la industria tabacalera sí ha continuado aumentando por su lado los precios, pero convenientemente para esta, ese aumento no provoca contrabando.
- Los impuestos son la causa principal del contrabando. No es cierto. El contrabando existe (30% en la GAM, según el estudio independiente de la UNA y la UAI), pero se controla con fiscalización, trazabilidad y cooperación internacional. No aumentar impuestos por temor al contrabando es renunciar a una herramienta de salud pública efectiva y comprobada.
Recomendaciones de política pública
- Mantener aumentos responsables de impuestos, indexados a inflación y poder adquisitivo.
- Implementar el protocolo (trazabilidad, licencias, registros, cooperación internacional).
- Encargar mediciones del comercio ilícito, independientes y transparentes.
- Fortalecer la coordinación interinstitucional para mejorar la fiscalización y la aplicación de sanciones.
- Ampliar programas de cesación y campañas de prevención.
- Educar a la población sobre daños a la salud y pérdidas económicas.
- Promover la denuncia ciudadana de prácticas ilegales.
Los impuestos al tabaco salvan vidas y reducen consumo. El verdadero reto no es elegir entre fiscalidad o control del comercio ilícito, sino aplicar ambas estrategias de forma rigurosa y transparente. Costa Rica debe avanzar en un plan nacional integral que combine impuestos, trazabilidad, control aduanero y programas de cesación, para proteger así la salud pública y debilitar las redes criminales que lucran con el contrabando.
Teresita Arrieta es trabajadora social de la Red Nacional Antitabaco (Renata).