El Partido Integración Nacional (PIN) mantiene su respaldo a Jimmy Fonseca, candidato a alcalde de Nicoya, pese a sus opiniones sobre la supuesta normalidad, en Guanacaste, de mantener relaciones sexuales con menores de edad “cuando hay amor”. Así justificó Fonseca el embarazo de una adolescente de 15 años, producto de una relación con el candidato a segundo vicealcalde, ocho años mayor.
El aspirante a vicealcalde se separó de la fórmula electoral, pero Fonseca no debió permanecer en ella. Cuando constató la indignación suscitada por la justificación esgrimida, el político rectificó. El diputado Walter Muñoz, dirigente del partido, se dio por satisfecho, pero la rectificación no basta. Muchos errores se corrigen con la admisión, el sincero arrepentimiento y las disculpas debidas. Otros exigen un acto contundente de contrición, como sería la renuncia a pedir el voto de los conciudadanos y a la aspiración de gobernarlos.
Las razones para presentar la renuncia abundan. En primer lugar, está la injustificable defensa de la aberración, pero, en las circunstancias, sigue de cerca la ofensa a los electores. Presentar las relaciones con menores de edad como una característica de la provincia es un grave insulto para los guanacastecos y, en particular, para los nicoyanos, a quienes Fonseca pide su confianza.
Esa petición, por demás, se debilita por la negación de las declaraciones ofrecidas originalmente a la prensa. “Eso no es cierto. Yo no declaré eso jamás. Jamás pude haber dicho eso. Soy abogado. Conozco perfectamente. Sé que es inmoral, ilegal”, dijo Fonseca. Sin embargo, el audio de la entrevista con el periodista Luis Fernando Cascante, del Semanario Universidad, recoge las declaraciones.
También, cuenta, quizá en lugar distante, el pésimo juicio de quien aspira a ser gobernante local. La reacción del candidato crea duda sobre su aptitud para ejercer el cargo y enfrentar sus complejidades.
Tras la invocación de supuestas costumbres ancestrales, vinieron otras explicaciones, muy socorridas, aunque igualmente inaceptables. “Usted ve a la muchacha y no parece una menor”, afirmó el candidato a alcalde. También relató la versión del frustrado segundo vicealcalde sobre la vida en común con la madre y su hija.
La normalización de las relaciones impropias a partir de costumbres y prácticas de larga data es antesala de la justificación de otros vicios, entre ellos la violencia de género. También es la negación de virtudes normalmente practicadas en Guanacaste y el resto de Costa Rica a lo largo de muchos años.
Las relaciones con menores son un aspecto de la violencia contra las mujeres nacida del machismo más retrógrado. Ningún antecedente histórico las justifica, como tampoco podría justificarse el homicidio con referencias de esa naturaleza. En tanto subsistan, esas conductas exigirán esfuerzos de cambio, no de normalización.
Insatisfecha con la reacción de su partido, la diputada Zoila Rosa Volio decidió separarse del PIN para constituirse en legisladora independiente. En su carta de renuncia, alude a una línea roja imposible de traspasar. Esa barrera imaginaria es el respaldo a un candidato a segundo vicealcalde cuestionado por las razones descritas. “No puedo ser parte de una agrupación que da señas inequívocas de normalizar la violencia contra las mujeres”, escribe la diputada.
La sanción social, política y, en su caso, penal de conductas como las descritas y de sus justificaciones espurias no debe hacerse esperar en ninguna actividad. Es particularmente inaceptable en el gobierno porque de ahí tenemos derecho a esperar soluciones. Hace bien la legisladora al resaltarlo.