EscucharEntre las razones esgrimidas para justificar la ruptura con la Coalición Costarricense de Iniciativas de Desarrollo (Cinde), el presidente, Rodrigo Chaves, incluyó la atracción de “los mismos sectores de siempre, ya por años, solo de Estados Unidos”. El mundo, añadió el mandatario, está diversificando las fuentes de inversión.
En cuanto al origen de las inversiones atraídas por Cinde, la afirmación carece de fundamento. Cinde ayudó a atraer 405 empresas internacionales, de las cuales 140 provienen de países distintos a Estados Unidos. Hay entre ellas empresas de Canadá (10), Inglaterra (15), Alemania (13), Japón (7), España (7), China (6) y Francia (5).
El presidente calificó la relación con Estados Unidos de “fabulosa”, pero insistió en que “el mundo se está polarizando y hay que diversificar riesgos”. Esa polarización es, precisamente, la razón por la cual podríamos esperar mayor inversión estadounidense si logramos adelantarnos a la competencia de otros países de la región.
El nearshoring (traslado de la producción a países próximos al mercado de destino) es una oportunidad nacida de la rivalidad comercial entre China y los Estados Unidos, así como de las lecciones aprendidas durante la pandemia sobre la disrupción de las cadenas de producción y transporte internacional.
El friendshoring, término acuñado por la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, es igualmente promisorio para Costa Rica. “Construyamos y profundicemos la integración económica con países con los cuales sabemos que podemos contar”, dijo la alta funcionaria estadounidense.
“Dos terceras partes de las compañías estadounidenses en China y otros lugares en Asia están considerando mover una porción o todas sus líneas de abastecimiento más cerca de los Estados Unidos”, afirmó Mauricio Claver Carone antes de dejar la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que por primera vez incluyó el financiamiento de la deslocalización entre sus líneas de negocio.
En México, Centroamérica y otras regiones, sobran los interesados en intensificar la relación con el principal mercado del planeta. Las inversiones estadounidenses en México superaron en el 2021 las hechas en China, según el McKinsey Global Institute, y en los primeros diez meses del 2022 las exportaciones al país vecino crecieron en una quinta parte, a $382.000 millones, en relación con el mismo período del año anterior.
Las redes regionales de producción están en pleno desarrollo. Apuntan a un histórico realineamiento de la industria y el comercio en el mundo y Costa Rica debe decidir si dirige sus esfuerzos a insertarse en el proceso. La diversificación es siempre una idea atractiva, pero debemos preguntarnos si este es el momento de procurarla y cuántos beneficios podemos esperar de ella, en comparación con los derivados de profundizar relaciones comerciales bien establecidas, fundadas en la proximidad geográfica y los valores compartidos.
Por otra parte, los nexos desarrollados de esta forma constituyen relaciones de verdadera interdependencia. Las redes regionales de producción también ayudan a crear y preservar empleos en los Estados Unidos. El intercambio con países cercanos, unidos por acuerdos de libre comercio, desarrolla cadenas de abastecimiento entrelazadas que contribuyen piezas, materias primas y bienes no terminados a la manufactura de productos finales.
Cerca del 40 % del valor de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos es producto de insumos creados por la propia industria estadounidense. En cambio, los componentes norteamericanos solo representan el 4 % del valor de las exportaciones chinas a Estados Unidos.
