
Los resultados de las elecciones legislativas de medio periodo, celebradas el domingo en Argentina, en las que se renovó la mitad de la Cámara de Representantes y un tercio del Senado, no admiten lugar a dudas. Javier Milei y su partido, La Libertad Avanza (LLA), recibieron un importante apoyo de los votantes y, con él, un claro endoso a su gestión. La oposición peronista, agrupada en Fuerza Patria (FP), en cambio, sufrió una gran derrota, incluso en su tradicional bastión de la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, mantuvo sustancial apoyo general.
Puestos a escoger entre la mezcla de beligerancia retórica, arranques arbitrarios y shock económico de factura ultraliberal que encarna Milei, y el estatismo depredador y clientelar representado por sus principales adversarios, los votantes optaron por lo primero.
El triunfo ha superado las expectativas más optimistas que existían, incluso entre sus estrategas. A partir de ahora, al mejorar sustancialmente su posición en el Congreso, Milei dispondrá de considerable capacidad de gestión política. Por el bien de Argentina, e incluso de su futuro político, se impone que la aproveche con responsabilidad. Lejos de arreciar en su estrategia de confrontaciones, hasta ahora poco productiva, debería optar por el camino de las negociaciones; ahora, desde una posición de fuerza.
No se trata de renunciar a la profunda transformación económica que necesita el país para, al fin, salir del desastre en que lo sumergió el peronismo, sino de impulsarla mediante acuerdos razonables que le den sostenibilidad y permanencia. Esto requerirá atemperar el mesianismo personalista del que hasta ahora ha hecho gala, rediseñar propuestas y abocarse seriamente a construir una fuerza política democrática e institucionalizada.
Según el informe preliminar de los resultados, que podrían variar ligeramente en el definitivo, LLA recibió 41,7% de los votos y sumó 64 escaños a los 37 actuales en una Cámara de 257, apenas cuatro menos que los 97 de FP, que captó 31,7% de los votos. El resto se lo dividen otros partidos políticos, que van desde los afines al peronismo hasta la centroderecha de Pro, liderada por el expresidente Mauricio Macri, pasando por Provincias Unidas (PU), nueva formación de centro. En el Senado, el FP tendrá 28 de las 74 bancas y el oficialismo, 20. Las restantes quedarán divididas entre Unión Cívico Radical, Pro, PU y partidos regionales.
Un punto negro generalizado fue que la participación electoral, del 68%, ha sido la más baja desde que el país regresó a la democracia. Es necesario explorar y neutralizar los móviles que condujeron a ella.
Milei superó la meta mínima que se había propuesto: al menos un tercio de los escaños, suficientes para impedir el resello de sus vetos, cosa que hasta ahora ha ocurrido en varios casos. Será un gran respiro. Sin embargo, la falta de mayoría implica que, para avanzar en las reformas estructurales, requerirá los votos de otros partidos. De ahí su imperativo inmediato de negociar para avanzar, y de atemperar algunos de los aspectos más extremos e insensibles de las reformas que abandera.
Durante sus dos años en la Presidencia, Milei ha logrado bajar drásticamente la inflación, gracias a severos recortes al gasto público, con elevado costo social, y a mantener el valor del peso respecto al dólar –artificialmente alto–, a costas de drenar las reservas del Banco Central. Además, ha reducido controles de precios e impuestos a las exportaciones agrícolas, y ha aligerado la burocracia. Pero la economía no ha logrado reactivarse y la mayor preocupación actual de la gente ya no son tanto los precios, sino el desempleo.
La semana pasada, para evitar una gran devaluación antes de las elecciones, el gobierno de Donald Trump le lanzó un salvavidas financiero, con una línea de crédito de $20.000 millones. Eso calmó a los mercados, que han reaccionado con gran optimismo a su triunfo.
Cuánto durará ese entusiasmo y si, gracias a él, podrán transformarse las expectativas sobre la capacidad de pago del país, es algo que aún está por verse. Además, una cosa son los agentes financieros y otra, la población y sus necesidades. Para abordarlas, retomar el crecimiento económico será esencial. Esto no solo dependerá de evitar una crisis monetaria inmediata, sino de crear las condiciones para la reactivación de los sectores productivos y el crecimiento en las reservas del Banco Central, lo que pasa, precisamente, por medidas que requerirán aprobación legislativa y, por tanto, acuerdos.
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Durante las últimas semanas, Milei había moderado su retórica. La noche del domingo, en su discurso de la victoria, mantuvo esa tónica. Aunque repitió sus ataques a “la casta” (todos los políticos, salvo él y su equipo), llamó a sumar fuerza con opositores, e invitó a los gobernadores provinciales a discutir acuerdos.
Si lo logra, su predicción de que el Congreso reconstituido, que asumirá funciones el 10 de diciembre, será el “más reformista en la historia argentina”, quizá pueda convertirse en realidad, esperamos que para bien. Todavía, sin embargo, falta un trabajo muy duro que hacer, y dos ingredientes esenciales serán la madurez y la sensatez del presidente.

