Editorial



Mientras la preingeniería en las obras públicas siga siendo opcional, se repetirá un método diseñado para fracasar y las constructoras podrán seguir reclamando millones por demoras originadas en la ineficiencia estatal. Los ciudadanos ya vemos como normales los atrasos de meses o años, mientras los sobrecostos se siguen cargando, sin pudor, a los bolsillos de todos