Estamos ante la emblemática efeméride de una diplomacia sin ideologías. Era absurdo que todos los países de significancia estratégica tuvieran lazos diplomáticos con China y Costa Rica no.
Esa falencia inexplicable de visión geopolítica era el eslabón perdido de nuestra consciencia de las realidades del mundo. Así lo reconoció, entonces, Óscar Arias: “Hemos decidido normalizar nuestros vínculos con un país al que ya no podemos ignorar”.
El 1.° de junio del 2007 Costa Rica dio ese paso tan trascendente, aunque imperdonablemente tardío. Fuimos los primeros en Centroamérica. Nuestra precocidad en el Istmo destaca un realismo político muy costarricense, reflejo de un sentido estratégico de largo aliento. Fue un palmarés que enaltece la segunda administración Arias.
Se reconocía a China como protagonista decisiva de la producción, el comercio mundial y actora geopolítica de creciente relevancia.
Costa Rica lo descubrió cuando las exportaciones de Intel convirtieron a China en nuestro segundo socio comercial, en el 2006. Su reconocimiento diplomático, hace 15 años, fue “un despertar a un contexto global”, en palabras de Arias.
La política pública fue parte de una estrategia más amplia de inserción comercial en Asia, ya entonces destino u origen del 70% del comercio. Por eso y como corolario de la diplomacia, siguió un TLC.
Pero soplaban entonces a toda vela vientos de globalización, multilateralismo y encadenamiento mundial de la producción. Costa Rica se enganchaba como uno de los más importantes eslabones de América Latina en las cadenas globales de valor de alta tecnología.
Hoy soplan otros aires. Desde Trump, fricciones comerciales, pandemia y guerra en Ucrania originan un mundo dividido en bloques, repatriación de capitales, desenganche de cadenas de valor y desacople con China. No son buenos augurios. Carreras armamentistas y barreras comerciales estarán a la orden del día.
El mundo dividido en bloques es incierto y peligroso. En las primeras fases de estos cambios amenazantes, Costa Rica puede desempeñar, empero, un rol más cercano a su propia esencia.
Esta patria sin ejército tiene autoridad moral para promover la paz. Si a pesar de nuestro pequeño tamaño, asumiéramos ese rol, daríamos un paso de gigante que también China celebraría con nosotros.
Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.