Es desesperante la inacción en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) cuando se jalan tortas. Enerva, también, la impunidad de los torteros, quienes, por más pérdidas que causan, siguen allí, tan campantes.
La autonomía con la cual se maneja la CCSS resulta favorable en varios aspectos, pero lo evidente es que opera para mal cuando debe imponer sanciones. No hay despidos, por grandes que sean los perjuicios ocasionados por un funcionario, y más bien se premia con ascensos, en algunos casos.
Investigaciones internas sobran. De hecho, en palabras del presidente ejecutivo, Román Macaya, «la Auditoría de la CCSS es la más grande de Costa Rica y posiblemente la más grande de toda Centroamérica». Por más grande y por más rigurosos que sean los auditores, son poco eficientes, pues el régimen sancionatorio es blandengue. Los castigos quedan en el papel o los expedientes se archivan.
Un ejemplo patético es el de las irregularidades en la compra de mascarillas. La investigación lleva año y medio, los sospechosos tienen un año de suspensión pagada y el proceso para determinar si cabe un castigo avanza a paso de tortuga. Es indignante.
Cuesta mucho olvidar las pérdidas de cuando menos ¢4.000 millones anuales que origina la decisión de la Junta Directiva, la cual, mal asesorada y con estudios cuestionables, quitó a la Universidad de Iberoamérica (Unibe) la operación de los Ebáis.
Son imperdonables las pérdidas debidas a la creación de un carísimo «call center» montado también con datos equivocados. Esa «institucionalización» es un enemigo público, pues el asegurado nunca gana. Siempre hay pérdida porque quienes deciden ven el dinero como ajeno, y lo malgastan.
La CCSS, la joya de los costarricenses, la socavan los administradores. Da miedo cómo se permiten los malabares con las finanzas e irrita que reclamen más recursos cuando derrochan los que hay. Asusta su insensibilidad, pues a consecuencia de su mal manejo se esfuman oportunidades de mejorar la atención en hospitales. Los asegurados somos los perdedores por la calidad del servicio.
Urge que la CCSS reforme su sistema de sanciones y despida a los irresponsables que con sus errores nos roban la seguridad social.
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