Con motivo de la columna del martes anterior, "Los costarricenses están huyendo del centro“, varios lectores me escribieron con relatos realmente desgarradores sobre lo que viven en el centro de San José.
“San José es tierra de nadie”, sentenció un comerciante con 40 años de trabajar frente al Mercado Central, a solo 300 metros de la Policía Municipal. Se le han metido a robar por el techo o le han quebrado ventanas para sacarle la mercadería.
No hay presencia de policías y, al entrar la noche, sus empleados salen corriendo porque el sitio es muy peligroso. La gente defeca en la vía pública, ya casi no se ven turistas y cada vez hay menos negocios y más edificios vacíos, relata el comerciante, quien prefirió no ser identificado. De no ser porque su edificio es propio, ya habría dejado el corazón josefino.
“Dicen que van a repoblar la ciudad y no veo nada, ni una indicación; cada vez es peor”, comentó. En esto coincidió el arquitecto Eduardo Brenes Mata, exdirector del Proyecto Prugam, quien precisó que existen estudios y propuestas para resolver el problema no solo de San José, sino de la Gran Área Metropolitana (GAM), pero no hay acción.
Otra comerciante, quien tiene locales en San José desde hace 42 años, relató que el hedor de los desechos humanos es intenso, además de que hay personas durmiendo en las aceras, transeúntes casi desnudos y proliferación de ventas de drogas. “No hay respeto a nada ni nadie”, adujo. También, lamentó la pérdida de lugares icónicos en las cercanías del antiguo cine Líbano.
“El alcalde ahora dice que va a multar a los que dejan bolsas de basura fuera de sus locales a las 5 p. m., porque los indigentes las rompen, pero no se sabe a qué hora pasará el camión; entonces, tendremos que quedarnos con las bolsas en la mano hasta que pase”, dijo.
Gerardo Umaña Sánchez también extraña la falta de sitios para simplemente tomar un café con tranquilidad y lamenta que a las 6 o 7 p. m., el sitio se convierte en un desierto lúgubre.
En tanto, Jorge Sauma Aguilar estima que el país pierde mucho al no detener este deterioro, por lo que sugiere promoción por parte del gobierno, asociaciones, empresarios y grupos organizados.
Un reportaje de mi colega Natalia Vargas, publicado en la Revista Dominical del 25 de mayo, expone un conteo de los edificios vacíos en San José y plantea la pregunta que todos nos hacemos: ¿Despertará algún día el corazón de San José? Alguien debe hacer algo.
