Columnistas

Ruidos

Se vale opinar y proponer, pero no generar disonancias ni convertir una aspiración legítima (ser presidente) en la condición de serlo ya

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No me lo ha pedido, pero como ya José María Figueres es candidato, me atrevo a susurrarle públicamente un breve consejo: no hacer ruido. No me refiero al relacionado con la búsqueda de votos, las polémicas y promesas de campaña, o la insistencia en «por qué soy el mejor». Hablo del ruido que, impulsado por autosuficiencia o imprudencia, crea confusión y obstaculiza las decisiones. Es el ruido que, en un reciente libro con ese título, Daniel Kahneman, nobel de Economía, y dos coautores, definen como «la variabilidad no deseada en las valoraciones del mismo problema».








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