Como en cada comienzo de año, es buen momento para repasar cuáles serán los retos económicos que enfrentará el país durante el 2022.
El más grande se viene pronto: escoger al presidente que tendrá que gobernar durante los próximos cuatro años.
El reto, para todos los que votamos, es cómo discernir, entre tantos candidatos, cuál de ellos puede, verdaderamente, hacer los cambios que el país requiere para mejorar la calidad de vida de todos los costarricenses; entender cuál de ellos es capaz de mantener la estabilidad de las finanzas públicas y al mismo tiempo logra que la economía crezca a un ritmo mucho mayor que el actual y genera muchos más empleos y de mejor calidad.
Claro, existe el riesgo de que elijamos a un candidato que promete mucho y muy bonito, pero es incapaz de llevar a la práctica sus propuestas, ya sea porque son inviables políticamente o porque es un mal ejecutivo.
O, peor aún, porque el candidato es un populista, que dice lo que la gente quiere escuchar, sin considerar que las consecuencias a mediano y largo plazo serían nefastas.
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Lo ideal es que escojamos al candidato que haga un manejo prudente de las finanzas públicas, que sea austero en el gasto y capaz de ejecutar cambios que aumenten la eficiencia y eficacia del sector público.
Que entienda, además, que un mayor crecimiento económico no solo ayuda a resolver el problema fiscal, sino también muchos otros más.
El enfoque debe ser tal que el crecimiento nos lleve no al nivel de antes, sino a uno superior, que produzca más empleos en zonas y para trabajadores que vienen rezagados desde antes de la pandemia.
Para ello, el nuevo gobernante debe mejorar las condiciones para que muchos más inversionistas vean al país atractivo para invertir y para que los trabajadores costarricenses sean mucho más productivos.
En ese sentido, uno de los retos más grandes que enfrentará quien elijamos será cómo introducir cambios en el sistema educativo para que este recupere la visión de enfocarse en los estudiantes en lugar de en la defensa de intereses particulares (principalmente empleados y proveedores).
Al analizar los programas de cada candidato, debemos tener cautela de aquellos que prometen algo que suena razonable, pero que, desde el comienzo, su intención es implementar algo muy diferente. Cuidado con los lobos vestidos de oveja.
El autor es economista.