Me mueve el alma a indulgencia con la administración Alvarado. Jamás habría querido despedirla así. Antes de decir nada, nobleza obliga a admitir que tenemos mucho que agradecerle. Pandemia y crisis fiscal marcaron su mandato, y en ambas salió avante. En la postrimería de su gestión, pensaba despedirlo bajo esa aura de reconocimiento. Y entonces llegó, anunciado, temido y vergonzoso, el informe del panel de la OMC que dirimió la disputa de México contra Costa Rica.
La OMC confirmó que la restricción del ingreso al país del aguacate Hass mexicano fue una medida arbitraria, a despecho de fundamentación científica, en contradicción con nuestra límpida trayectoria comercial y de observancia jurídica internacional. Era una medida restrictiva al comercio bajo pretexto fitosanitario, que otorgaba indebida protección a la producción nacional. En pocas palabras: una sandez proteccionista. No nos la merecíamos. Y no se mide en dinero el daño reputacional. La poca credibilidad de nuestras autoridades puede afectar las exportaciones agrícolas que necesitan sus ahora desprestigiadas certificaciones.
Deprimente nota de salida de las dos administraciones del PAC. Una, por supina estupidez proteccionista; la otra, que se despide ahora con el rabo entre las piernas, por haber renunciado a rectificar la medida, cuando estuvo a tiempo de salvar el día con la venia mexicana. Hace tres años, inveterada Casandra, yo había previsto esta caída de Troya: “Por la claridad que teníamos de esas dolencias ideológicas, no nos asombró cuando Luis Guillermo Solís se puso las botas como símbolo de su compromiso con la agricultura. Se cayó al pasar un río. Era de esperarse. Triste premonición de lo que nos aguardaba. El bloqueo al aguacate fue su marca país, uno de sus menos honorables legados. Ahora pagamos el precio” (2/3/2019).
Hoy cae el telón de esa parodia de insolente negligencia. En su discurso de salida, esperaría que Carlos Alvarado pida perdón al país por no haber tenido las agallas de poner coto al desatino de su antecesor. Si no pide disculpas, que admita, por lo menos, su contribución a la trampa de los agricultores de aguacate. Aumentaron áreas de cultivo, contrajeron ingentes deudas y desertaron mejores prácticas competitivas, al amparo artificial de una falsa y fugaz tutela proteccionista.
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Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.