En el año 510 a. C., cuando el tirano Hipias huyó y se refugió en la corte de Darío I de Persia, se inició en Atenas un período de democracia que no terminaría sino con la dominación macedónica, casi dos siglos después. Los intentos del Imperio persa de reinstalar por la fuerza a Hipias como tirano de Atenas naufragaron en la batalla de Maratón, en la que los persas fueron derrotados pese a que, dentro de Atenas, conspiraban a su favor los cómplices de Hipias. Este murió poco después, y pasó a ser el eterno estereotipo de traidor a su propia patria.
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Un benévolo editor publicó en el 2019 mi libro «Lapidarium —ripios descartables—» que, como era de esperarse, sigue virtualmente inédito. Ahí se infiltró, en un texto titulado «Los bárbaros estaban dentro», la tergiversación perpetrada por un periodista del siglo XXI que, como por arte de magia, viajó hasta el pasado lejano para cubrir la epopeya de Maratón y, presumiblemente sobornado por agentes persas, engañó a sus lectores con la especie de que Hipias fue reinstalado como tirano de Atenas y actuó por el resto de su vida como un sumiso vasallo de Darío. «Se dice que durante los banquetes de la corte, Darío, rey de Persia, con frecuencia se mofaba de Hipias», concluye aquel falso reportaje de guerra.
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Con la redacción de aquel poema, deliberadamente ripioso, intentaba caricaturizar los burdos sesgos informativos que buena parte de la prensa occidental le venía imprimiendo a cuanto ocurría en Afganistán, donde una panda de afganos emigrados —Ahmed Karzái, Abdul Karzái y Ashraf Ghani entre otros—, reclutados en California, simulaba la instauración de una democracia, pero en realidad era un conjunto de marionetas al servicio de poderosas empresas petroleras. Ahmed Karzái y Ashraf Ghani fueron Hipias por partida doble al ocupar sucesivamente la presidencia de una insustancial y corrupta República Islámica de Afganistán.
El modelo de «liberación imperial» de la época clásica se aplica en la actualidad y, como ha sido siempre, solo los supuestos vencedores pueden, aun cuando sea solo coyunturalmente, dotarse de defensores de oficio de sus más siniestras hazañas. Eso explica que en la historia de América Latina abunden los Hipias latinos reclutados por cortes extranjeras que los utilizaron y muchas veces se mofaron de ellos.
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El autor es químico.