Vivíamos en un mundo ancho y lejano que, de repente, se volvió angosto y cercano. El lente de la historia hizo un violento zoom y nos plantó un coloso frente a la puerta. Era el dragón chino. Primero nos sorprendió como segundo socio comercial, impensable aquí. Después, llegaron invitaciones a senderos compartidos. Era nuevo, era grande. ¡Enorme! Era diferente. ¿Cómo no sentirnos amenazados? Era, además, el único lugar del mundo donde los pobres desaparecían dejando atrás su miseria. ¿Cómo no sentirnos seducidos?
Desde nuestro montañismo ya fue audaz abrirle la puerta. Pero no hicimos mucho más. Nos quedamos cortos en un lánguido TLC que busca formas que no encuentran estilo. Por eso, China quedó para nosotros con posibilidades desperdiciadas.
Ese posible amigo gigante sigue escondido en la penumbra de nuestras suspicacias. ¿Tendrá razón nuestro parroquial recelo? Ante lo nuevo, sobre todo cuando es grande, es más fácil otear riesgos que intuir oportunidades. Lo usual es automático: análisis, diagnóstico, parálisis. Es que así somos. Es lo más costarricense que hay.
Al fin y al cabo somos hijos de un Occidente que pretende representar a la humanidad misma. Sus “verdades” se endilgan “universales”, como si el planeta fuera chato. Pero el mundo de Sebastián Elcano es redondo más allá de la geografía. Es una actitud mental: no es hora de temer, sino de entender. Debemos escapar de la zona de confort de nuestros resquemores atávicos. Lo diferente nos espera.
Haré una excepción para referirme a algo personal. De madre investigadora, hija y nieta de tútiles, fue hora estelar cuando la embajada china me transmitió una invitación para viajar a Pekín y participar en un extenso programa de historia, idioma, educación, cultura, política, comercio, diplomacia y regiones. ¿Necesito explicar mi algarabía? Estudiar y compartir la cultura más antigua de la tierra es desafiante oportunidad de oro.
Los próximos meses estaré en China. Intriga, emoción y curiosidad están ya en la maleta. Ojalá no hagan sobrepeso. Faltaba este espacio con mis lectores, porque mi teclado seguirá sus reflexiones, enriquecidas por nuevas experiencias. Viajo con mente abierta y corazón airoso. Lo nuevo me sorprenderá, lo diferente me aturdirá, pero, como decía Confucio, quien no se cuestione se asfixia en sus certezas.
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Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.