Fueron muchas, y muy diversas, las organizaciones y personas que participaron en la marcha del martes. También abundaron en cantidad y diversidad sus críticas y peticiones. Basta una simple agregación aritmética de ellas para llegar a una conclusión general: el extendido descontento con varias políticas del gobierno. Es algo que, lejos de merecer sorna o ataques del Ejecutivo, debería generar respeto y apertura de su parte.
Los agricultores, estudiantes y educadores levantaron reclamos específicos que será necesario desgranar para definir su conveniencia y realismo. De entrada, no concuerdo con uno: frenar el proceso de incorporación al Acuerdo Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés), esencial para diversificar nuestros mercados de exportación. Sin embargo, una cosa son los planteamientos individuales, que requieren análisis y negociaciones específicas, y otra lo que encierran en común, que es muy serio y no admite postergaciones.
Me refiero, sobre todo, al abandono, los retrasos, la inacción, la arrogancia, la renuencia al diálogo y el desdén estratégico que han marcado el abordaje oficial de los desafíos educativos y productivos; en este caso, sobre todo de la agricultura.
Si se sabía que los productores, sobre todo pequeños, no podrían competir con el cambio en las reglas para importar arroz, debió diseñarse un plan eficaz de apoyo y transición a otros cultivos o actividades. Lo mismo se aplica, con mayores razones, para otros productos, como la papa o los lácteos. El TLC con Estados Unidos estableció, hace más de una década, su completa desgravación, pero se descuidó desde entonces, y colapsó con esta administración, una estrategia nacional de competitividad. Resultado: importaciones masivas, acentuadas por un colón sobrevalorado que aumenta la desventaja de los nacionales.
En educación, la mezcla de incompetencia, prejuicios y arrogancia dio al traste con iniciativas vitales. El actual ministro ha emprendido un proceso de enmienda, pero demasiado tarde.
Los problemas que se acumulan y cocinan a fuego lento en algún momento hierven, sobre todo si la temperatura del fuego sube. Es lo que ha ocurrido en estos tres años. La manifestación fue un síntoma, pero los males y rezagos siguen. Ignorarlos u ocultarlos con distracciones solo hará que se acentúen.
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Eduardo Ulibarri es periodista y analista.