La receta es conocida. Primero, anunciar un proyecto o decisión, a sabiendas de que es ilegal y será frenado por la Contraloría. Segundo, esperar a que esto ocurra. Tercero, culpar a la institución y su jerarca por obstruccionistas. Cuarto, presentarse como víctima de las fuerzas del mal y quejarse de que no lo “dejan hacer”. Ejemplos: Ciudad Gobierno y la marina de Limón, frenadas por culpa del Ejecutivo, no de la Contraloría.
Algo similar ocurre con las iniciativas legislativas que han fracasado por mal elaboradas y peor negociadas; con la inseguridad creciente, que atribuye a la falta de leyes más represivas o a la “alcahuetería” de los tribunales, no a la ineptitud del Ejecutivo; incluso, con los casos que se agolpan en su contra en el Poder Judicial y el TSE, y que intenta abortar atacando a las instancias encargadas de procesarlos.
Pero esta semana al presidente Chaves se le fue la mano, incluso para sus propios estándares. Veamos. 1) No incluyó en la agenda de sesiones legislativas extraordinarias –que controla el Ejecutivo– la aprobación en segundo debate de la única opción posible para cubrir hasta fin de año los subsidios a personas de pocos recursos que cuidan enfermos terminales o menores graves. 2) Adujo que bastaba con que la CCSS, su administradora, aprobara los fondos, y que la Contraloría diera el visto bueno. 3) Pero resulta que tal cosa es imposible, como debería saber, porque Asignaciones Familiares ya agotó el fondo que la ley le permite girar a la Caja con tal fin.
Por tanto, solo mediante otra ley puede ampliarse. El 30 de octubre, un proyecto del frenteamplista Jonathan Acuña para incrementar el monto recibió aprobación unánime en primer debate. Basta con que Chaves lo incluya en agenda para asegurar su aprobación definitiva y el dinero. Pero se niega, quizá para culpar a la contralora, castigar a un diputado adversario y hacer ruido.
La jugada, junto a una actuación sensiblera ante familiares afectados en la Presidencia, se ha vuelto en su contra, por obvia, torpe e, incluso, cruel; es decir, indignante.
Quizá cierto oportunismo se valga en política, pero no a costas de desesperación y dolor ajenos. Así lo entiende la gente. Quizá Chaves lo comprenda ahora también y dé marcha atrás, no por compasión, sino por cálculo político. Algo es algo.
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Eduardo Ulibarri es periodista y analista.