La Asamblea Legislativa tomó esta semana relevantes decisiones sobre seguridad. En días recientes también lo hizo, con la aprobación de necesarios proyectos. Sin embargo, lo más importante ahora es que sus acuerdos perfilan un abordaje estratégico, con pilares y prioridades claras, en la generación de leyes para afrontar la crisis.
El lunes, su presidente, Rodrigo Arias, logró reunir al de la Corte, el fiscal general, el subdirector del OIJ, los ministros de Seguridad y Justicia, la presidenta de la Comisión de Seguridad y Narcotráfico y las jefaturas de fracción. El encuentro condujo a una lista de 31 proyectos en la materia, agrupados en tres ejes: lucha contra el dinero del delito y el narcotráfico, normas penales y normas procesales. El miércoles, pese a resistencias de la bancada oficialista durante el proceso, la comisión de Hacendarios dictaminó por unanimidad el presupuesto nacional para el próximo año, con mayores recursos para el Poder Judicial (incluido el OIJ) y los Ministerios de Seguridad Pública y Justicia.
La presencia de sus jerarcas en la reunión y la prudencia del presidente Rodrigo Chaves tras ella son buenas señales, pero muy insuficientes, por dos razones: la primera es que entre el 1.° de noviembre y el 31 de enero se abre un nuevo período de sesiones extraordinarias, con el Ejecutivo en control de la agenda. El avance de los proyectos dependerá, en buena medida, de cuáles convoque y cómo se negocien.
La segunda es que la legislación —cuyos frutos tardarán en verse— y las mejoras presupuestarias son apenas dos piezas del abordaje en seguridad. Su eficacia será mucho menor en ausencia de una estrategia integral, que aún no aparece y depende de las decisiones y gestión de Zapote. Y será aún más reducida si Hacienda, desde el fiscalismo extremo del gobierno y con el argumento (cierto) de que el presupuesto es solo una autorización de gastos, no gira las nuevas partidas. Ya ha sucedido en otras oportunidades.
Hay que cruzar los dedos, actuar en positivo y seguir avanzando en el frente legislativo. Quizá al fin se hayan abierto y mantengan procesos de comunicación y negociación expeditos y respetuosos entre los tres poderes, y quizá este sea un estímulo para romper la parálisis estratégica que emana de la presidencia. Pronto sabremos.
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El autor es periodista y analista.