
El periodo que va del 15 de setiembre de 1821 al 22 de noviembre de 1824 fue el momento en el cual se afirmó la independencia en Centroamérica. Pero durante ese tiempo, estos países se jugaron parte de su futuro; es decir, lo ocurrido en esos tres años les pesó significativamente por décadas.
Ya para finales de octubre de 1821, decenas de pueblos centroamericanos habían declarado su emancipación y manifestado dudas de querer integrarse a Guatemala en un proyecto conjunto, como lo planteó el Acta del 15 de setiembre.
En el ínterin, llegaron noticias sobre la declaración de México como imperio por Agustín de Iturbide, quien, desde el 1.° de octubre de 1821 le escribió a Gabino Gaínza para que Guatemala se les anexase.
La decisión de unirse a México caldeó los ánimos en los nuevos territorios independientes y produjo manifestaciones de “padres de familia y ciudadanos” a favor o en contra. El 28 de noviembre, Gaínza consultó directamente a los ayuntamientos guatemaltecos acerca de la anexión y estos respondieron con un apoyo casi unánime.
En León, Nicaragua, cuna de la diputación de la cual formaba parte Costa Rica, la noticia de la independencia de Guatemala se recibió con recelo. A finales de setiembre de 1821 se declararon emancipados de Guatemala, pero en octubre decidieron unirse al imperio de Iturbide.
Los ayuntamientos de Costa Rica siguieron el camino de León, aunque la anexión a México no era de la simpatía de muchos, por lo que se crearon dos frentes: quienes buscaban una independencia total y los anexionistas.
El 5 de enero de 1822 se decretó la anexión y el 22, Gaínza anunció al ayuntamiento guatemalteco la realización de elecciones para seleccionar a los diputados que les representarían ante el Congreso del imperio mexicano.
Monárquicos y republicanos
La diputación provincial de El Salvador rechazó la unión a México y hacia la Navidad de 1821, sus autoridades excitaron a otros pueblos centroamericanos para unirse a su causa. A inicios de 1822, los salvadoreños atacaron los pueblos de Quezaltepeque y Ateos, en la frontera con Guatemala.
En vista de que Iturbide interpretó aquello como una agresión hacia los cabildos leales al imperio, le ordenó al general brigadier Vicente Filísola desplazar sus tropas para defender las ciudades centroamericanas anexadas a México.
Filísola debía amedrentar a los grupos antianexionistas, convencer a quienes dudaban de las bondades de una unión a México y promover el espíritu de unidad regional. Además, debía alentar la reunión de tertulias patrióticas, para insistir en la idea de que la ley liberal se podía ejecutar perfectamente bajo una monarquía.
Pero ese plan no contempló la tremenda crisis económica que vivía la región. Las fuerzas de Filísola debían ser mantenidas con el tesoro de todos los ayuntamientos, aunque en la práctica ninguno quiso aportar nada y la ciudad de Guatemala debió encargarse de todos los gastos.
La necesidad de enviar diputados centroamericanos a México también se vio como un sacrificio económico imposible de costear.
A eso tampoco ayudó el anuncio, el 22 de agosto de 1822, sobre la implantación del programa de tarifas de México, puesto que aumentaba el impuesto de ventas al 12%, cuando en Centroamérica se cobraba el 4%. Además, ese programa obligaba a recaudar un impuesto del 20% a la producción de aguardiente.
En agosto de 1822, Iturbide, autonombrado Agustín I, mandó a encarcelar a un grupo de republicanos centroamericanos quienes conspiraban contra su imperio y en diciembre les dio potestad a los tribunales militares para juzgar a los sediciosos.
Filísola doblegó a los salvadoreños en febrero de 1823 y los incorporó a la fuerza a México. Pero eso no duró, porque Iturbide abdicó el 19 de marzo.
Al recibir las noticias de la abdicación, Filísola decretó la absoluta soberanía de los centroamericanos sobre sus territorios y pidió a las diversas poblaciones que enviaran representantes a un congreso para decidir sobre su futuro. Eventualmente, ese congreso obligó a Filísola a volver a México.
Pero, apenas a finales de marzo de 1823 llegaron a Costa Rica con retraso las noticias de que las tropas mexicanas habían ingresado a Guatemala y, por la fuerza, habían incorporado a la provincia de San Salvador al imperio.
Ignorando la suerte de Agustín I, los imperialistas cartagineses tomaron brío y ocuparon el cuartel el 29 de marzo de 1823. Su primera decisión fue buscar al bachiller Francisco Osejo para decapitarlo, porque lo consideraban la personificación del republicanismo, debido a su ardiente defensa de ese sistema y su desprecio por el imperio.
El 5 de abril de 1823, la división en Costa Rica llevó a la pequeña, pero sangrienta, guerra civil conocida como la batalla de Ochomogo. Como consecuencia de ese evento, la capital pasó a manos de San José, pero las rivalidades localistas se acentuaron en los siguientes años, por lo menos hasta 1842.
En el caso de Nicaragua, las divisiones internas producidas por la anexión a México llevaron a un enfrentamiento entre las ciudades de León y Granada, las cuales se envolvieron en un conflicto que se extendería hasta 1857.
Federación
Hacia junio de 1823, Centroamérica estaba arruinada económicamente y con un latente divisionismo interno, avivado por la actitud guatemalteca frente a El Salvador durante la breve etapa de existencia del imperio de Agustín I. Eventualmente, el animismo entre esos dos estados llevaría a la primera guerra civil federal entre 1826 y 1829.
El 24 de junio de 1823, se instaló el Congreso de las Provincias Unidas de Centroamérica, con apenas 41 diputados. El 30 de junio, una comisión analizó lo ocurrido desde el 15 de setiembre de 1821 y juzgó como un grave error la anexión a México, la cual desunió a los centroamericanos, los condujo a la guerra civil y los esclavizó.
Además, señaló que el mal estado del erario era el resultado de los gastos desmesurados de “los ambiciosos que se complacieron en la opresión”.
Ese día se celebró con un repique de campanas la declaratoria de independencia absoluta de las Provincias Unidas de Centroamérica. Pero ese juramento debió repetirse el 1.º de octubre de 1823, porque fue entonces cuando ya había representación de diputados hondureños, nicaragüenses y costarricenses en el Congreso.
En las siguientes semanas, los diputados centroamericanos abolieron el tratamiento de majestad, alteza, excelencia, su señoría, el uso de “don” y crearon su propio calendario cívico, el cual comenzaría el 15 de setiembre de 1821.
En 1824 abolieron la esclavitud y terminaron de redactar una Constitución federal, la cual se imprimió en 1825 y creó la República Federal de Centroamérica. Pero ese sueño no duró.
david.diaz@ucr.ac.cr
David Díaz Arias es profesor catedrático de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica (UCR).