Raquel Mechoulam, paciente de cáncer de mama, se llevó una desagradable sorpresa el 14 de setiembre cuando fue por los resultados de un examen que debía presentar con urgencia a la oncóloga. Según el TAC que le entregó un hospital de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), su útero y vesícula estaban en buen estado.
La noticia sería fenomenal si no fuera por un pequeño detalle: a ella le habían extirpado ambos órganos hacía un tiempo. Inmersa en la desesperación, alzó la voz para denunciar lo ocurrido.
“Me estoy muriendo y a la Caja no le importa”, afirmó en un desgarrador relato que publicó en su canal en YouTube, el cual propició que la CCSS ofreciera reprogramarle la prueba.
Idéntico drama viven más de 800 mujeres que primero recibieron un resultado favorable de sus papanicoláus y meses después descubrieron que el diagnóstico era erróneo.
La denuncia fue hecha por Álvaro Echeverría, médico del Centro Nacional de Citologías (CNC), quien, tras una segunda revisión, detectó fallas en cientos de exámenes.
Los errores son imperdonables porque afectan a pacientes que podrían desarrollar cáncer si no reciben atención oportunamente. Por ello, las amargas experiencias de Raquel Mechoulam y de las otras 800 mujeres deben encender las alarmas en la CCSS.
¿Cuenta el personal encargado de la realización, evaluación y manipulación de ese tipo de procedimientos con la capacidad requerida para tan vitales tareas?
¿Qué correctivos deben aplicarse para evitar que personas aquejadas por una enfermedad o en riesgo de desarrollarla sufran un doble impacto debido a un diagnóstico mal hecho o a un traspapeleo?
Estas y otras preguntas deberían ser consideradas con urgencia por las autoridades de la institución y procurar resolver las sensibles deficiencias que estos casos dejan al descubierto.
Los abuelitos decían con mucha sabiduría que con la salud no se juega. Y, realmente, es inconcebible que descuidos de esta naturaleza puedan incluso atentar contra la vida de las personas.
El funcionario de la CCSS que piense que un asegurado es simplemente un número de expediente o una ficha más no merece desempeñar una labor que exige sensibilidad, tolerancia y mucha precisión.
Tiene amplia experiencia en la cobertura de temas políticos y sociales. Hasta el 2009 se desempeñó como editor de la sección de Sociedad y Servicios. Es licenciado en Periodismo por la UCR. Recibió el premio de La Nación como "Redactor del año" en 1999.
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