Columnistas

El disparador criminal de las tramas perversas

Las víctimas de los promotores de las teorías conspirativas aumentan en número y diversidad

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La convergencia entre el acceso casi indiscriminado a armas de grueso calibre y el individualismo violento de algunos sectores ha hecho de Estados Unidos una víctima recurrente de matanzas sin sentido: en escuelas, centros comerciales, iglesias o sinagogas. A esos impulsos se ha unido en años recientes un acelerador, directamente vinculado a las llamadas “guerras culturales” y la polarización estimulada por cúpulas políticas y mediáticas. Me refiero a las teorías conspirativas, en particular, la conocida como “gran reemplazo”.








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