Triunfante, pero con vientos en contra, Macron da un respiro más a una Francia fracturada y a una Unión Europea acosada. Solo considerando lo que habría significado su derrota, es que puede medirse el peso nacional e internacional de su victoria. Le Pen habría desgarrado el destino de Europa, debilitado la OTAN, estimulado extremas derechas por doquier y sumido a Francia en una espiral de confrontaciones inimaginables. Pero Macron, en su segunda gestión, tampoco asegura que el terreno político y social no seguirá degradándose.
Inmerso en descontentos y sin la frescura de su primer mandato, Macron llega de nuevo a los Champs-Élysées más por miedo a Le Pen que por el entusiasmo de su conducción. Con millón y medio de votos menos que en el 2017, con todo el alivio que conlleva, significa solo un paliativo temporal al avance de la extrema derecha. Le Pen logra 2,6 millones más de votos que en el 2017 y su ganancia del 7,6% equivale a la pérdida proporcional de Macron.
Con abstención del 28%, la distancia de 16 millones de franceses de las urnas, señala la extensión del desencanto democrático. Desde el 68 que derribó a De Gaulle, más de medio siglo pasó sin tal abstencionismo en Francia. Eso hace fuerte sordina al entusiasmo por el triunfo de La República en Marcha. Macron se confiesa comprometido con esa advertencia subyacente en su pírrica victoria.
En su discurso triunfal se comprometió con reformas redistributivas que impriman urgencia a las carencias existentes. Tiene cinco años para incidir en la recomposición política de las clases medias que tienen su espectro tradicional despedazado. Es poco el tiempo y menos los recursos para ello. Las elecciones legislativas de junio decidirán su margen de maniobra. Ahí, Francia jugará de nuevo a la ruleta rusa. Con la deuda pública más alta de Europa y un déficit agravado por la pandemia, Francia es uno de los países europeos de mayor inversión social. Y eso no mermó brechas ni detuvo el avance de la derecha.
Macron es bien recibido en la UE como el único que entiende la trascendencia de mayor unidad y mejor sentido de lugar propio en el mundo. Merkel no lo apoyó en eso, y en su ausencia podría marcar un nuevo rumbo a Europa. Eso, si Macron no estuviera, tras su desafiante victoria, tan amarrado a la agenda francesa.
vgovaere@gmail.com
Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.