Si ya resulta difícil sortear los huecos, las alcantarillas sin tapa y los reductores de velocidad, tener que lidiar con el energúmeno que llevan dentro algunos conductores representa una verdadera prueba de nervios y reflejos.
Ni el endurecimiento de las multas de la ley de tránsito ni el aumento de los controles viales han logrado sosegar el instinto irresponsable, a veces rayano en kamikaze, que habita en muchos choferes. Prueba contundente de lo anterior es que el monto que los costarricenses pagamos por infracciones se disparó, entre el 2014 y el 2018, al pasar de ¢6.500 millones a ¢12.400 millones.
Lo curioso del caso es que las faltas más frecuentes durante ese periodo se debieron al ruido causado por el carro y no portar la licencia o los documentos del vehículo.
No parece lógico cuando, día y noche, uno observa a tantos choferes rayar en curva, hacer virajes en sitios prohibidos, irrespetar una luz roja, hacer piques, manejar moto sin casco o parquearse en zona marcada con línea amarilla. La explicación, según admiten las autoridades, es que la estrategia de los últimos años ha sido aumentar los retenes y operativos especiales, y eso ha generado un aumento de boletas por faltas “menos graves”.
No obstante, si cristaliza el plan del Consejo de Seguridad Vial (Cosevi) de colocar el año entrante cámaras en 207 puntos, será aún más evidente que todavía tenemos mucho por aprender o reaprender en materia de manejo.
Si las multas y los retenes no han servido para desincentivar las malas prácticas al conducir, es necesario considerar otras medidas. Una sería, por ejemplo, hacer obligatorio un curso de refrescamiento cada 10 años para renovar la licencia, el cual debería incluir una visita al Hospital del Trauma, donde los conductores conozcan las dolorosas secuelas físicas y emocionales que aquejan a las personas accidentadas.
También, sería bueno considerar otorgar un descuento en el marchamo y en la tarifa de revisión técnica al chofer no multado durante el año, e incluso descuentos al comprar repuestos o llevar el auto al taller. En momentos cuando las viejas fórmulas han demostrado ser insuficientes, debemos buscar otras para reducir nuestros pecados en carretera.
rmatute@nacion.com
Ronald Matute es jefe de Información de La Nación.