“Vivir aquí es muy fácil. El país te lo pone muy fácil para tener hijos, formar una familia y tener tu negocio. Creo que al final eso trae la felicidad”, aseguró Albert Frech, quien con la misma franqueza, habló también de lo más complejo de vivir en este país ubicado al norte de Europa.
Hablo de Finlandia, la nación más feliz del mundo que no celebra “su dicha” en voz alta.

Tuve la suerte al visitar Finlandia en mayo, cuando el sol alegra a sus visitantes por más de 18 horas. Conocí Helsinki, la capital ubicada al sur de este país, en una época en la que el ambiente fresco se combina con las sonrisas de los habitantes que toman todo con más calma porque los días son más largos y todo alrededor está floreado.
Los adultos disfrutan del tradicional e inherente sauna y los niños y niñas salen de excursión.
Entonces, conocí el país más feliz del mundo. El título suena familiar para una costarricense y es que sí, Costa Rica fue denominado así en otro estudio: el Happy Planet Index. En cambio, en el Informe Mundial Sobre Felicidad, alcanzamos la sexta posición y Finlandia, una nación a 10.000 kilómetros de distancia, la primera.

La experiencia
Helsinki es una ciudad impecable, en la que impera el silencio y se asoman las sonrisas de las personas con las que se cruzan miradas en la calle. Este país nórdico es muy diferente a lo que se conoce de Europa; la belleza de sus edificaciones es evidente, pero muy suya con fachadas de ladrillo, naturaleza integrada y minimalismo.
Las personas se desplazan en tranvías que atraviesan la ciudad, en scooter o bicicleta. En el paísaje, sobresalen las personas que caminan junto a sus perritos; no se ven animales abandonados, las únicas criaturas que deambulan son las gaviotas que generalmente se ven cerca del mar Báltico.

¿Qué es la felicidad?
En marzo, Finlandia volvió a triunfar en el Reporte Mundial de Felicidad: esta es la octava ocasión en que ocupa el primer lugar. Este informe lo elaboran el Centro de Investigación del Bienestar de la Universidad de Oxford, la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas y la empresa de estudios estadísticos Gallup.
Se toma en cuenta la esperanza de vida saludable al nacer, la democracia, el producto interno bruto per cápita, el apoyo social, la libertad para tomar decisiones, la percepción de corrupción en el país y la generosidad.
“En Finlandia es fácil vivir”, reitera Albert Frech, un barcelonés que vive en el país nórdico hace 13 años.
“Hay muchos adultos mayores, están bien cuidados. Hay muchos niños, se dice que la natalidad es baja, pero comparado con otros países es alta. Aquí la educación es gratuita hasta el nivel universitario y eso lo hace fácil: permite tener las mismas oportunidades sin depender de la economía de tu familia, para mí eso es parte de la felicidad”, comentó el dueño de un restaurante con el que quiso ofrecer, de la puerta para adentro, un ambiente diferente al de Helsinki, una ciudad taciturna y fresca.
Finlandia es un país en el que, aunque no trabajes, “la seguridad social te cuida”, aseguró el finlandés Juha Raunio.
Vivir es muy fácil, mas no todo es alegría. “En Finlandia, los inviernos son largos y la gente no sonríe”, confió Raunio, de 41 años y vecino de Tuusula, una ciudad a 50 kilómetros de Helsinki.
Albert coincide: el invierno y las pocas horas de sol son lo más complicado de vivir en Finlandia, un lugar en el que las temperaturas llegan a ser muy bajas, sobre todo, en el norte. Durante la primavera, la sensación térmica podía llegar a 3° que parecían lacerar la piel.
“El frío se resuelve con abrigos; las horas de sol son lo más complejo. Entre noviembre y enero, el sol sale a las 9:30 a. m. y se va a las 2:30 p. m. El problema es que muchas de esas horas de sol son con nubes. Hace dos años, solo hubo una hora de sol al día”, contó el español.
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La voz de Finlandia
Cuando el invierno pasa y el sol brilla, se celebra con cerveza, Juha Raunio cuenta que los señores mayores acuden a tomarlas sin camisa. Una imagen que posiblemente empiece a verse en junio, cuando inicie el verano.
“Lo que sigue siendo muy bueno aquí, al menos por ahora, es la honestidad; la gente es generalmente honesta. Puedo dejar mis pertenencias en el vestuario del gimnasio y nadie las coge. Al menos así es aquí en Tuusula. Hay muy poca delincuencia. Aquí es muy seguro”, agregó y señaló que es seguro que, cuando las personas pasan por algun momento complicado, reciben dinero por parte del Estado para que puedan salir adelante.
Para el finlandés, quien trabaja como agente de cuentas clave, que todo sea tan sencillo para vivir en Finlandia causa que las personas jóvenes “no tengan tanta resiliencia”.
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Un destino especial
Durante mi visita, el entorno tan limpio, el aire puro y la naturaleza de Finlandia me generaron felicidad. En primavera, como la oscuridad tarda tanto en llegar, es imposible ver las famosas y soñadas auroras boreales de los países nórdicos. Sin embargo, en esta época, en Helsinki, hay mucho por conocer y se puede lograr caminando.
Entre los destinos imperdibles, están la Catedral de Helsinki, la Plaza del Senado, la iglesia de piedra (la entrada tiene un costo de €8) y la Catedral ortodoxa de Uspenski.
También, es posible llegar en ferry hasta Suomenlinna, una fortaleza construida sobre seis islas.
Otro lugar imperdible es el Old Market Hall, un mercado emblemático que concentra la tradición finlandesa. Este rincón cubierto y de doble puerta (para proteger del frío del invierno) fue creado en 1889.
Ingresar permite conocer la esencia de Finlandia en miniatura. Los diferentes puestos ofrecen mariscos de todo tipo, caviar, postres y platillos típicos como la sopa de salmón.
También, tienen una amplia oferta gastronómica que no es usual en América Latina: reno, oso y anguila.
Las publicidades anuncian carne de reno en distintas preparaciones acompañadas de papas fritas y Coca Cola. También, las canastas colocadas en cada tiendita presentan oso enlatado, salami de oso, paté de reno o snacks de venado o de cerdos salvajes.
Para los paladares más sofisticados, están el reindeer pie o el carpaccio de oso o reno. Yo no los probé. Mi mejor recuerdo gastronómico de este destino es el de unas croquetas de setas que degusté en el restaurante de Albert, un español que vive en el país más feliz del mundo y que ha aprendido que, allí, la alegría —que se aprecia en silencio— se intensifica cuando sale el sol.



