Más de 30 plaguicidas contaminan las aguas de la cuenca del río Sixaola, mayoritariamente en Talamanca (Limón). Rastros de las sustancias incluso han aparecido en una laguna del propio Refugio Nacional Mixto de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo, que alberga el manglar más extenso del Caribe costarricense.
De estos plaguicidas, 13 están presentes en niveles que ponen en peligro la vida acuática, afectando peces, insectos y plantas.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reveló estos datos a través del Proyecto Conectando Comunidades y Ecosistemas-Cuenca Binacional del Río Sixaola OET-GEF-PNUD. El Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas de la Universidad Nacional (IRET-UNA) realizó los muestreos y análisis químicos en 2022 y 2023.
En 2022, los muestreos encontraron residuos de 23 plaguicidas, tres de ellos en niveles superiores a las normas de referencia: clorotalonil (su metabolito), metsulfuron metil y terbufos sulfone (metabolito del terbufos). Estos químicos tienen un impacto negativo en los organismos acuáticos no objetivo.
En el año siguiente, se encontraron residuos de 26 plaguicidas, nueve de los cuales presentaban concentraciones superiores a los criterios de peligrosidad. En ambos años, se detectaron residuos de seis plaguicidas en la laguna Gandoca, situada dentro del Refugio Nacional Mixto de Vida Silvestre Gandoca-Manzanillo, tres de ellos en niveles críticos.
“Los análisis de agua en la cuenca del Sixaola deben preocuparnos y motivarnos a cambiar el modelo de producción y consumo“, afirmó José Vicente Troya Rodríguez, representante residente del PNUD Costa Rica.
Según se descubrió, la combinación de plaguicidas tiene un efecto devastador en los organismos acuáticos, con hasta 15 residuos diferentes en una sola muestra.
Troya Rodríguez insistió en que los resultados sirven como punto de partida para establecer un sistema de monitoreo permanente y un llamado a que Costa Rica busque alternativas menos peligrosas para el control de plagas agrícolas.
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Metodología aplicada en análisis sobre plaguicidas
El estudio, coordinado por el agrónomo Elidier Vargas Castro, exfuncionario del Ministerio de Ambiente y Energía (Minae), buscó determinar si los niveles de plaguicidas afectan la salud de los ecosistemas acuáticos.
Para evaluar la peligrosidad de los agroquímicos, se utilizaron datos de la Pesticide Properties Database (PPDB) de la Universidad de Hertfordshire, una base de datos recomendada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Se utilizó esa referencia dado que Costa Rica no tiene normativa sólida ni actualizada para definir la peligrosidad de los agroquímicos en el ambiente, explicó el Programa.
La base de la Universidad de Hertfordshire contempla datos sobre los efectos de los agroquímicos sobre peces, macroinvertebrados acuáticos, organismos que viven en los sedimentos de los ríos, plantas acuáticas, algas, entre otros. Estos efectos pueden ser agudos (más inmediatos) o crónicos (durante un mayor plazo de tiempo).
En esa misma línea, se aplicó la metodología de Concentraciones Regulatorias Aceptables (RAC) de la Unión Europea para establecer los límites máximos permitidos de cada plaguicida, protegiendo a los seres vivos acuáticos más sensibles.
El cultivo de banano y plátano es la principal actividad productiva en Talamanca y la cuenca del Sixaola, realizado mayoritariamente en monocultivo a escala industrial en el distrito de Sixaola, cerca de la frontera con Panamá.
Esta industria usa excesivamente agroquímicos, afectando gravemente la calidad del agua, informó el PNUD.
Algunos plaguicidas detectados se catalogan como altamente peligrosos y de venta restringida, como diazinón, fenamifos y terbufos, prohibido en varios países.
Otros, como clorotalonil y neonicotinoides (clotianidin, imidacloprid y thiametoxam) incluso están siendo prohibidos en diversos países debido a su peligrosidad para los polinizadores.