Apenas habían pasado dos horas de sesión y solamente se habían tramitado 32 mociones de fondo del proyecto de jornadas laborales 4-3, cuando este miércoles la jefa del partido de gobierno, Pilar Cisneros, se levantó para hacer un reclamo que molestó a las otras cinco fracciones legislativas.
Los legisladores calificaron lo sucedido como “un regaño para niños malcriados” y la discusión frenó totalmente, por 45 minutos, la votación de las mociones de fondo.
Todo empezó cuando la jefa de Progreso Social Democrático (PPSD) calificó a los diputados de irresponsables y de no tomarse en serio el trabajo; incluso, los acusó de tener “un jueguito perverso”.
Les dijo que le daba vergüenza que ellos hubieran roto el cuórum hasta cinco veces; luego, les preguntó si habían ido al plenario a trabajar o si se iban a tomar en serio su labor.
Antes de terminar su regaño, acusó a diputados de “traicionar la fe” de los costarricenses, y les reclamó que fueran a supuestamente desayunar en el cafetín, porque “por eso estamos empezando el plenario a las 9 a. m.”. Además, lanzó cifras sobre lo que cuesta la labor del Congreso.
En la seguidilla de 16 diputados que le reclamaron a Cisneros sus palabras –y a dos oficialistas que la apoyaron–, también cuestionaron si las palabras de la jefa del PPSD eran más bien una estrategia de debilitamiento de la Asamblea, orquestada desde la Casa Presidencial.
El subjefe del partido de gobierno, Daniel Vargas, informó que solicitaría al Directorio del Congreso que les ponga chips a los congresistas para identificar en qué lugares se encuentran cuando no están en el plenario y esto atizó todavía más la hoguera.
Los diputados de la Unidad Social Cristiana (PUSC), que apoyan junto al Gobierno el proyecto de jornadas 4-3, no aceptaron el regaño.
Los primeros que se levantaron para reclamar fueron los socialcristianos Carlos Felipe García y Vanessa Castro.
García dijo que no podía aceptar que alguien dijera que le daba vergüenza la labor de los diputados de su bancada, y enumeró una serie de labores que realiza, adicionales al plenario, en atención de comunidades, y muchas veces sin almorzar.
Vanessa Castro también enfatizó en la necesidad de muchos legisladores de atender gente de sus comunidades y le reclamó a la oficialista que, al hacer esos señalamientos, ella misma desacredita el trabajo del Poder Legislativo.
El liberacionista Geison Valverde, diputado por Limón, le dijo directamente a Cisneros: “Con todo el respeto y el cariño que se merece, deje de hablar paja”, pues explicó que hay muchos diputados que se necesitan ausentar, tanto promotores como opositores a las jornadas 4-3.
“No es de recibo que hable tanta paja y diga cuánto cuesta el plenario y el ejercicio de los diputados”, indicó.
El frenteamplista Ariel Robles preguntó a los compañeros de fracción de Cisneros si ellos permiten que ella les haga ese tipo de regaños, porque enfatizó que todos los diputados son iguales y tienen la misma autoridad.
“No tenemos que permitir que vengan a regañarnos, que nos digan cómo actuar y de qué forma”, añadió Robles. Le recomendó a Cisneros que cuide los votos que tiene para el plan de jornadas 4-3 antes de ir a regañar incluso a los diputados que votan proyectos de su interés.
Jonathan Acuña, también frenteamplista, le pidió a Cisneros que no hable en nombre del plenario, pues ella no tiene esa autoridad. Agregó que si a ella le da vergüenza su labor, “pues que le dé vergüenza”, pero que no hable a nombre de sus iguales.
Además, Acuña advirtió que es peligroso señalar constantemente el costo que representa la Asamblea Legislativa, como dando a entender que el Poder Legislativo sobra y tratarlo como un costo, pues enfatizó que la inversión en la democracia republicana busca mantener la paz social.
También se preguntó por qué Cisneros no se preocupa por las presuntas finanzas paralelas de la campaña del partido que la llevó a la curul.
Eliécer Feinzaig, jefe del Partido Liberal Progresista (PLP), quien también apoya el plan de jornadas 4-3, no dejó de reclamarle a Pilar sus palabras. Enfatizó que si ella no hubiera hecho ese regaño, se habrían votado hasta ocho mociones en el tiempo destinado a esos reclamos.
“La labor del diputado no solo es estar aquí sentado. Llamo a la cordura, doña Pilar. Si bien comparto su preocupación, cada vez que usted da un discurso encendido de esta naturaleza, ofende y llama vagas a las personas, sin considerar que hacen cosas legítimas”, puntualizó.
El liberacionista Danny Vargas llamó al orden a la presidenta legislativa en ejercicio, Gloria Navas, por decir que había diputados desayunando cuando él vio que no era así. También a Melina Ajoy, de la Unidad, le molestó que les hayan tildado de irresponsables.
La subjefa de Nueva República, Olga Morera, deploró el freno a la votación de mociones y pidió más sabiduría a la hora de externar opiniones. “No es de recibo lo externado por el partido de gobierno”, acotó.
“A mí nadie me viene a regañar a este plenario. Todos hablamos por igual y tenemos iguales derechos, conmigo se guarda sus regañaditas”, agregó Dinorah Barquero, del PLN, mientras que el verdiblanco Francisco Nicolás dijo que tal parecía que era el tono con que Cisneros quiere que traten a los trabajadores en jornadas de 12 horas.
Alexánder Barrantes, del PPSD, les dijo a los diputados que habían sido malcriados, despectivos e insolentes hacia Cisneros, y aseguró que ella no está en el mismo nivel de los demás congresistas, sino por encima y tiene autoridad para hacer ese regaño, de disciplina.
Lejos de calmar al plenario, este comentario atizó nuevas intervenciones, de los frenteamplista Antonio Ortega, Priscilla Vindas y de la socialcristiana María Marta Carballo, quien le exigió respeto a Barrantes.
Luego de la discusión de 45 minutos, Gloria Navas levantó la sesión al mediodía, tal como se lo ordena el Reglamento legislativo.