Han pasado 500 años y las poblaciones indígenas no logran sanar profundas cicatrices como la pobreza y la desigualdad de la que han sido víctimas desde la Colonia, cuando fueron brutalmente explotados por los españoles.
Los pormenores de ese suplicio reviven en la nueva sala del Museo Nacional, un espacio de exhibición permanente que cuenta la historia de nuestro país entre los siglos XVI y principios del XIX.
El recinto, llamado Costa Rica: época colonial, muestra alrededor de 200 objetos, los cuales fueron usados por nuestros antepasados en los distintos periodos históricos.
Muchos de ellos son auténticos; otros son réplicas, para velar por el estado de conservación de los originales.
Piezas históricas
Se trata de ejemplares que dan cuenta de cómo eran los habitantes de aquel entonces en los ámbitos social, político y religioso, explicó Gabriela Villalobos, historiadora del Museo Nacional y curadora de la muestra.
Entre estos objetos destacan artículos de uso cotidiano, como muebles y adornos, representaciones religiosas como figuras y pinturas, y hasta indumentaria para castigar a esclavos y presos.
Uno de los más impresionantes es un cepo, un instrumento de madera del que se sujetaba de un pie a los privados de libertad.
Un cofre de metal del siglo XVIII que, al reclutarlo en la lista de objetos de valor histórico del Museo no lograron abrir los funcionarios de esta entidad debido a que está totalmente cerrado, también es parte de la muestra.
Una colección de monedas de ese mismo siglo destapa vestigios de lo que fue la tradición comercial de indígenas, españoles y mestizos, etnias que habitaban Costa Rica en aquel tiempo.
Collares, cuchillos y textiles (ovillos de algodón y plumas) reflejan el sistema de intercambio de mercancías, o trueque, que caracterizó a nuestros antiguos pobladores.
Este nuevo espacio rememora pasajes característicos de la época, marcada por la represión aborigen desde el arribo español, iniciado en 1502, cuando Cristóbal Colón descubrió las costas del Caribe costarricense.
Dramáticos pasajes
En algunos tramos del recorrido por la nueva sala, la recreación de ese sometimiento se observa a escala humana, con figuras tipo maniquí.
Uno de esos episodios revive el concepto de la encomienda, sistema de tributos que debían pagar los indígenas a los españoles y que, en muchas ocasiones, hasta les costaba la vida.
“La encomienda consistía en la concentración de indígenas en un pueblo, llamado pueblo de indios. Eran sometidos a pagar tributos, pero tanta fue la explotación indígena que, a finales del siglo XVII, ya dejó de ser la principal forma de generar riqueza para los españoles, porque había decaído mucho la población de indígenas para explotar. Así de dramática es nuestra historia colonial”, aseveró Villalobos.
Ese oscuro capítulo de nuestra historia es representado en la exhibición por las estatuas de un indígena adulto y un niño arando la tierra.
“Le dedicamos mucho espacio y museografía a la representación de la encomienda, porque fue un sistema de explotación que en pocos años bajó dramáticamente la población indígena. Huían y morían porque uno de los tributos que se les pedía era algodón teñido con múrice, con un caracol que da un tinte morado, y morían buscándolo entre las rocas”, continuó la historiadora.
Fuera mitos
¿Cuál es la pretensión de la muestra? Según enfatizó la experta, la finalidad fue darle el peso merecido a la época colonial, uno de los períodos más largos de la historia.
Asimismo, el guión y la museografía (conjunto de técnicas y prácticas relativas al funcionamiento de un museo), fueron planeados con el objetivo de romper con dos mitos: que descendemos de personas blancas y que todos los habitantes eran pobres en aquel entonces.
“El interés de la sala es desmitificar eso de que los costarricenses nos consideramos blancos. Se nos olvida esa raíz mestiza que tenemos. Y también, la parte de que todos eran pobres en la colonia. Había una élite cartaginesa –Cartago era la capital– que podía darse el lujo de tener las mejores telas; algunas tenían 16 esclavos. Todo eso se nos olvida”, enfatizó Villalobos.
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Además de la mezcla entre españoles y aborígenes, al mestizaje también contribuyeron los esclavos africanos traídos al país –a la fuerza y también para explotación– por los españoles.
“Es un período donde tres continentes se unen en condiciones bastante trágicas para las sociedades indígenas y para las sociedades africanas, pero que marcan nuestra raíz mestiza del período colonial”, concluyó la experta.
Sin invasiones
Rónald Quesada, encargado de la museografía, aseguró que esta se diseñó cuidando la estructura del Museo Nacional, que es patrimonio histórico arquitectónico.
“La idea era que la museografía no invadiera el edificio patrimonial. Entonces, el objetivo era crear una nueva ‘piel’, que es una capa de vidrio que permite el montaje sin afectar el edificio”, expresó el arquitecto y museógrafo.
La planificación de la museografía incluye un guión, que funciona como hilo conductor de la exposición. Además, implica definir cuántos objetos se exhibirán, así como la disposición entre estos.
También se deben considerar detalles como la iluminación y el acceso universal a las instalaciones.
En este nuevo recinto se invirtieron ¢110 millones. Con este ensamblaje se completa la gran sala de Historia de Costa Rica del Museo Nacional, que lleva a los espectadores por un recorrido del siglo XVI al XXI.
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Las dos primeras fases de esta ambiciosa apuesta, llamadas Sala de Historia de Costa Rica y Contacto y Conquista, se inauguraron en febrero y octubre del 2017, respectivamente.