“Nuevos paraísos criminales postcovid-19: Costa Rica y Ecuador”, se leía en una diapositiva de la presentación de un experto, durante un encuentro de la Alianza Latinoamericana Anticorrupción (ALAC), el jueves 5 de junio, en Ciudad de Guatemala.
Quien consignó la frase fue Víctor Hugo Guerra, global presidente del Grupo de Trabajo sobre Cumplimiento de la Cámara de Comercio Internacional y profesor de la Universidad de Naciones Unidas para la Paz.
Guerra explicó a La Nación que Costa Rica se convirtió en un paraíso criminal, en un bodega de la cocaína que se exporta a Europa y Estados Unidos procedente, principalmente de Colombia.
El experto suma de más de 30 años de experiencia en corporaciones transnacionales, en los sectores de telecomunicaciones, finanzas y bienes de consumo masivo; ha liderado programas de cumplimiento de alto impacto, estrategias de gestión de riesgos y marcos regulatorios en América Latina, Estados Unidos y Canadá.
A continuación un extracto de la entrevista telefónica:
—Usted habló sobre los nuevos paraísos criminales postcovid-19 y mencionaba Costa Rica y Ecuador. Entonces, me gustaría saber, ¿cómo llega a esa conclusión?
—Por dos razones fundamentales. En primer lugar, porque la organización criminal se ha valido de esa cultura pacífica del costarricense y del país, evidenciada en la inexistencia de un ejército nacional, de una fuerza de seguridad, como la podría tener Colombia o el propio Ecuador.
”Costa Rica en realidad no tiene esa cultura, lo cual es positivo para la generalidad, pero desafortunadamente en los tiempos que vivimos, la organización criminal sabe de esa inexistencia y se aprovecha.
”El segundo elemento es que, al reforzarse, de alguna forma, las medidas de seguridad en países como Perú, Ecuador, Colombia, Panamá y Nicaragua, la organización criminal migró al territorio costarricense, sobre todo, durante el periodo de la pandemia y postpandemia para convertir a Costa Rica en el almacén, en el depósito de tránsito, sobre todo, de la cocaína que viene de Colombia.
”Costa Rica terminó convirtiéndose en un lugar de depósito y de tránsito de cocaína que transita hacia Europa y los Estados Unidos. Y digo de tránsito porque, efectivamente, el volumen del mercado en Costa Rica en cuanto a números, en cuanto a su población, que no es grande, termina siendo solamente un país de tránsito.
”Si el país fuera de las dimensiones de un México en cuanto a población, sería no solamente un país de tránsito, sino también de consumo”.

—¿Algunos síntomas?
—Una evidencia de esto se puede apreciar en las calles de San José, en detalles pequeños que la gente pasa un poco desapercibidos y es empezar a ver un exceso, por ejemplo, de autos de alta gama que uno no sabe ni se explica de dónde salen. Una cantidad de infraestructura nueva, de edificios un poco vacíos, al mejor estilo de cuando se construían rascacielos en la Ciudad de Panamá o en Cartagena de Indias, en Colombia, que uno no se explica de dónde sale esa inversión y quién efectivamente tiene para invertir en un apartamento que vale más de $1 millón.
”Entonces uno dice: ‘Dios mío, ¿quién puede pagar eso?’. Son pequeños síntomas que van evidenciando justamente esa realidad infortunada de la que Costa Rica debe despertar. Costa Rica ha sido utilizada como nuevo paraíso de la criminalidad”.
—¿Se puede decir que es el principal punto de exportación de cocaína desde América?
—No, porque no hay ninguna organización criminal, como sistema adaptativo complejo, que utilice un único mercado. Su estructura es policéntrica, polinodal. Pueden utilizar efectivamente Costa Rica, aprovechándose de las dos ventajas que he dicho, pero también salen de Guayaquil, en Ecuador, de los puertos de Colombia y también por Venezuela. Es decir, esto es una estructura compleja y adaptativa. Lo que es sorprendente es que hayan migrado a países donde normalmente no encontrábamos este tipo de actividades, como Costa Rica y Ecuador.
—¿Pero qué cambió en Costa Rica? Desde hace décadas no tenemos ejército y esta situación es reciente. ¿Qué pasó? ¿El Estado flexibilizó sus medidas de seguridad?
—El Estado no estaba preparado, más que flexibilizar quiso negarse un poco a esa realidad. Cuando yo veía las declaraciones del Ejecutivo, me sorprendía el rechazo o la negación. Un poco negando esta realidad.
”Más que flexibilizar, no se ocupó adecuadamente de esta política de prevención y combate criminal. Tampoco Costa Rica aprovechó en temas de seguridad, por ejemplo, su presencia en el Parlamento Latinoamericano y en la Alianza Latinoamericana Anticontrabando. Costa Rica queda un poco dormida, apática, ante el fenómeno criminal.
”El Gobierno al final del camino se hizo el ojo ciego frente a una realidad que le fue explotando en la cara. Cuando uno mira, por ejemplo, el número de extorsiones, el número de actividad violenta en San José, uno dice: ‘Caramba, aquí está pasando algo que no normal’.
—¿Cómo llegan ustedes a la conclusión? ¿Qué otras cosas notaron?
—Si ve el índice de Transparencia Internacional, en materia de corrupción, Costa Rica viene descendiendo en su puntaje positivo hacia la corrupción. La corrupción es un indicador muy importante. Cuando miras el informe de Inside Crime en relación con el número de muertes violentas, se ve también a Costa Rica ubicada en un puesto que nunca antes había estado.
”Cuando ve que Costa Rica es estado miembro de la OCDE, estado miembro del Parlamento Latinoamericano, estado miembro de la Alianza Latinoamericana Anticontrabando, pero usted ve que no tiene una participación activa, también para mí eso es un indicador de que el país no ha despertado todavía.
”Hay que dejar algo claro, no hay una medición totalmente certera u oficial de la economía criminal. ¿Por qué? Porque no hay un registro oficial. Todo esto sale en relación con informaciones de inteligencia, de las agencias de la ley y el orden, sobre todo, de las agencias norteamericanas en nuestra región; sale de las incautaciones que se hacen en puertos y aeropuertos, pero son indicadores.
”Estos son solo indicadores, porque uno solo ve la punta del iceberg. Entonces, para mí Costa Rica tendría que estar muy alerta”.

—Algo más le preocupa?
—Una cosa que me preocupa y que tengo que dejarlo dicho también es el crecimiento de Costa Rica hacia la innovación y la tecnología. Cuidado que si no tiene las medidas de seguridad adecuadas, puede convertirse también en un centro de ataque de la cibercriminalidad.
”¿Por qué? ¿Qué ocurre? Cuando la gente de bien, la empresa legal, el sector privado promueve actividades que son absolutamente importantes: desarrollo tecnológico, zonas de comercio libre, etcétera, la organización criminal también aprovecha esas ventajas para meterse.
”Se camufla en una actividad que parece legal para entrar en una absolutamente ilegal que termina siendo una actividad criminal, violenta y caótica”.
—De esto ya se habla en los cuerpos policiales y agencias de inteligencia de otras partes del mundo. Esto no es un secreto.
—Así es. Yo invitaría a mirar el índice global de delincuencia transnacional, que hace la G-Talk, la Global Initiative Against Transnational Crime, que sale ahora en el 2025. Estoy seguro que, desafortunadamente Costa Rica no va a salir bien parada en esa foto.
—Usted decía ahora que Costa Rica estaba exportando cocaína de Colombia, ¿de México no está llegando también?
—Los productores, principalmente, en nuestra región son Perú y Colombia. Pero Colombia a la cabeza. Costa Rica no es necesariamente un país de consumo, algo se queda en el mercado por el turismo, porque es parte de la actividad humana, digamos, desafortunada, pero no es un mercado grande para que se quede la cocaína necesariamente en Costa Rica.
”Costa Rica es utilizada como país de tránsito hacia Estados Unidos y Europa. Más bien lo que puede ocurrir es que los carteles mexicanos pueden utilizar a Costa Rica como tránsito hacia Europa. Estoy hablando de un Jalisco Nueva Generación, de un Cartel del Golfo.
”Ellos saben y aprovechan esa fragilidad cultural en el sentido de la no violencia costarricense. Creo que Costa Rica está despertando. No hay otra explicación”.
—¿A qué se refiere con que está despertando?
—En el sentido de que ya le explotó la bomba en la cara.

—¿Y cómo revertir eso ahora?
—Con políticas públicas más eficientes y que tomen en consideración a todos los sectores de la sociedad, que no se le dé la espalda al sector privado-legal, porque el Estado solo no va a poder acometer eso, necesita potenciar la cooperación internacional.
”Obviamente hay que reforzar a la Fuerza Pública, obviamente hay que hacer campañas de concientización al costarricense sin perder su idiosincrasia de la no violencia, pero sí estar alertas al fenómeno criminal. Estar alerta no significa no ser pacífico.
”Infortunadamente, Costa Rica se transformó en un paraíso criminal y tiene que revertir esta tendencia, pero de manera urgente”.
—¿Estamos lejos de ser un narcoestado?
—Nunca se está ni lejos ni cerca, porque la situación ocurre, te van cocinando a fuego lento.
”Medidas contra la propiedad privada, reformas de educación, regulaciones que atentan contra el desarrollo privado, te van cocinando de a poquito y terminas de la noche a la mañana convirtiéndote en un narcoestado, pero en realidad fue un proceso que se viene gestando preCovid-19, es decir, es un proceso que ya va para seis años.
—¿Hay que mejorar la prevención y la educación?
—Una de las medidas más importantes que yo implementaría, apalancado en el sistema educativo, es meter medidas de prevención contra la criminalidad, los valores de seguridad. Hay que decirlo y meterlo en los programas de educación, pero ya no solamente en la educación superior o media, sino también en la educación básica.
”Es importante que, desde las esferas de toma de decisión en Costa Rica, no olviden la capacidad de cooperación, no solamente a lo interno dentro de las instituciones costarricenses, sino también con sus pares en OCDE, en la ALAC y en los distintos foros internacionales”.