El sacerdote nicaragüense Floriano Ceferino Vargas, de la diócesis de Bluefields, fue detenido por la Policía Nacional en medio de tensiones entre el gobierno de Daniel Ortega y la Iglesia católica. La organización Monitoreo Azul y Blanco denunció el hecho este lunes.
Vargas, a cargo de la parroquia San Martín de Porres, en el municipio de Nueva Guinea, fue detenido tras oficiar una misa, el domingo por la tarde. Desde entonces, se encuentra desaparecido, según la organización que documenta violaciones a los derechos humanos en el contexto político nicaragüense desde abril de 2018.
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“Exigimos al Estado de Nicaragua información de su paradero, su liberación inmediata y respeto a su integridad física”, demandó el grupo. Hasta ahora, ni el gobierno de Ortega ni la Policía Nacional han ofrecido declaraciones sobre el caso.
Esta denuncia coincide con la convocatoria de los obispos de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Panamá, integrantes del Secretariado Episcopal de América Central (Sedac), a una jornada de oración por Nicaragua. Bajo el lema “Gritamos con Nicaragua”, se realizará el próximo 8 de diciembre en honor a la Inmaculada Concepción de María, considerada patrona de Nicaragua.
Papa expresa apoyo a Iglesia en Nicaragua
En una carta publicada este lunes, el papa Francisco expresó su cercanía a los fieles de Nicaragua frente a las dificultades que enfrentan: “Estoy con ustedes”, escribió el Pontífice, quien animó a los católicos del país a perseverar en su fe.
“Estoy con ustedes, especialmente en estos días que están realizando la novena de la Inmaculada Concepción”, afirmó el líder religioso. Francisco dedicó palabras de ánimo a los católicos del país centroamericano, en un momento de tensas relaciones entre la Iglesia y el gobierno de Ortega, que encarcela y destierra a curas, además de haber suspendido relaciones con la Santa Sede.
Las relaciones entre el Vaticano y Managua atraviesan momentos de gran tensión. El Papa denunció en una ocasión el “desequilibrio” del régimen de Ortega, calificándolo como una “dictadura grosera”. Por su parte, Ortega acusó al Vaticano de formar parte de un “conglomerado fascista”. Además, su gobierno disolvió y expropió a la Compañía de Jesús, orden a la que pertenece el papa Francisco.
El pasado 13 de noviembre, Carlos Enrique Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, fue expulsado del país tras denunciar en una misa un sacrilegio cometido por el alcalde sandinista del municipio de Jinotega, Leónidas Centeno. Herrera, de 75 años, fue enviado a Guatemala, donde fue recibido en la Casa Provincial de los Frailes Franciscanos, su orden religiosa. Es el tercer obispo nicaragüense expulsado en el último año. Los otros son Rolando Álvarez, de la diócesis de Matagalpa, e Isidoro Mora, de la diócesis de Siuna.
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Persecución a líderes religiosos
El nuncio apostólico en Nicaragua, Waldemar Stanislaw Sommertag, y el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, se encuentran entre los al menos 136 sacerdotes que fueron expulsados del país o forzados al exilio, según el informe “Nicaragua: ¿Una Iglesia perseguida?”, de la investigadora nicaragüense exiliada Martha Patricia Molina. Hasta agosto pasado, 245 religiosos fueron obligados al exilio o expulsados desde que estalló la crisis sociopolítica en abril del 2018. De ellos, 19 fueron declarados “traidores a la patria” y despojados de su nacionalidad.
Según la ONG Colectivo Nicaragua Nunca Más, la Iglesia católica de Nicaragua enfrenta la peor represión de su historia bajo el gobierno sandinista. La organización asegura que esta persecución forma parte de una estrategia para debilitar a una de las pocas instituciones que aún cuestiona al régimen.