
La costarricense Sandra Díaz, de 46 años, trabajó como mucama en el club de golf propiedad del presidente Donald Trump, ubicado en Bedminster, Nueva Jersey, mientras ella tenía una condición migratoria irregular, entre el 2010 y el 2013.
El diario The New York Times dio a conocer el caso de Díaz en un reportaje publicado este jueves, en el cual también se relata la historia de Victorina Morales, una guatemalteca que ha laborado como ama de llaves del club por más de cinco años.
La tica, quien ahora es residente legal en Estados Unidos, afirmó que durante su estancia laboral en el centro exclusivo, presenció la contratación de muchas personas que no tenían permisos migratorios.
Ambas mujeres formaron de un grupo de empleados de limpieza, mantenimiento y paisajismo que incluía varios trabajadores indocumentados, aunque ellas no detallan el número de cuántas personas.
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Sin embargo, el artículo explica que no existe evidencia de que Trump o ejecutivos de Trump Organization supieran de su estatus migratorio. Empero, destaca que por lo menos dos supervisores en el club estaban al tanto de ello. Además, señala que tomaron medidas para ayudar a los trabajadores para no ser detectados por las autoridades y conservar sus empleos.
Morales cuenta que, en algún momento, Trump la ayudó a limpiar ventanas que ella no pudo alcanzar por su estatura. Él le dio $50. Por su parte, Díaz recibió $100 luego de que el magnate revisó el polvo en una habitación y expresó su satisfacción por el trabajo que la costarricense había realizado.
La guatemalteca recibió en julio de este año un certificado de la agencia de comunicaciones de la Casa Blanca con su nombre inscrito en el documento debido al “sobresaliente” apoyo que ha brindado durante las visitas efectuadas por el mandatario.

Trump convirtió el tema de los migrantes sin papeles en la piedra angular de su administración. Asimismo, propuso, durante la campaña presidencial, la construcción de un muro en la frontera con México.
Incluso, durante la lucha electoral, el empresario se había jactado de haber utilizado un sistema de verificación electrónica, E-Verify, para garantizar que solo se contratara a las personas con papeles legales para trabajar.
El mes pasado, el presidente anunció el despliegue de miles de militares en la zona fronteriza ante el avance de las caravanas de migrantes de centroamericanos por el territorio mexicano que pretendía llegar a Estados Unidos.
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La cifra de personas indocumentadas en territorio estadounidense se estima en 11 millones. La mayoría son mexicanos, centroamericanos y suramericanos que se asentaron desde hace años en el país.
El expresidente Barack Obama deportó al menos 2,5 millones de migrantes durante sus dos gobiernos.
‘Estamos cansadas del abuso’
“Las dos mujeres decidieron contar su historia al sentirse heridas por los comentarios despectivos del presidente sobre los inmigrantes sin documentos”, escribió en Twitter la periodista Miriam Jordan, autora del artículo.
Critics of hiring undocumented workers say that companies should pay higher wages to attract workers. But with historically low unemployment, there are plenty of jobs on offer.
— Miriam Jordan (@mirjordan) December 6, 2018
“Estamos cansadas del abuso, los insultos, la forma en la que habla sobre nosotros cuando él sabe que estamos aquí ayudándole a hacer dinero”, declaró Morales al diario. “Nos esforzamos para atender cada una de sus necesidades y tenemos que aguantar sus humillaciones”, agregó.
La guatemalteca manifestó al diario que evalúa presentar una demanda por abuso laboral y discriminación.
The New York Times pidió a la Casa Blanca una reacción sobre el tema, pero no hubo comentarios por parte del departamento de prensa.
Morales y Díaz decidieron acudir al periódico para contar su historia a través de su abogado de Nueva Jersey, Aníbal Romero, quien las representa en asuntos migratorios.