Bilbao, España.- Bruce Springsteen regresó, la noche del sábado, a San Sebastián, nueve años después de su última actuación en el estadio Anoeta (de la Real Sociedad), no para un regreso al pasado, sino para invocar el poder liberador del rock “en tiempos peligrosos”, como dijo desde el inicio de este tour europeo.
Bruce salió a los sones de No surrender, minutos antes de las 9 p. m., ante 40.000 entregados seguidores —muchos de ellos conscientes de que esta pueda ser la última vez en que su ídolo vuelva a prodigarse y frecuentar recintos multitudinarios— y enlazó sin respiro My love will not let you down.
Springsteen, como en el resto del tour, mostró anoche su lado más comprometido socialmente y combativo en lo político desde el 2002, cuando regresó espoleado por los atentados del 11-S, para pedir a la sociedad estadounidense levantarse y no dejarse amilanar por el miedo y la desesperanza. Prácticamente, como ha hecho este año, tras la vuelta al poder de Trump.
En estos conciertos de este el 2025, que ha bautizado con un título explícito, algo inusual en él, Springsteen se centra en traer a su repertorio actual canciones centradas en describir el drama social de las clases castigadas por las crisis económicas y los efectos devastadores de las decisiones de los poderosos, con Trump como epicentro de sus dardos en el 2025.
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Los intercambios entre la leyenda del rock y el mandatario se han intensificado desde que el cantante, en octubre del 2024, se unió a la campaña presidencial de la exvicepresidenta Kamala Harris, en su carrera contra Trump. De hecho, el presidente pidió investigar a los artistas que, como Springsteen y Taylor Swift, apoyaron a Harris.
El cantante, de 75 años, ha lanzado fuertes ataques contra el empresario y presidente, por lo que Trump lo ha contraatacado desde sus redes sociales, calificándolo como “artista sobrevalorado”, “imbécil” y “más tonto que una piedra”, incluso cuestionándolo por su piel, cuando dijo que es una “pasa reseca”.
Como novedad, introduce subtítulos en varias canciones con un mensaje expreso y, aunque muchas de las canciones interpretadas aluden premeditadamente a otros contextos históricos, Springsteen está convencido de que Trump y sus colaboradores y consejeros van a ocasionar los mismos daños morales y materiales que quienes protagonizan temas como Death to My Hometown, Youngstown, Murder Incorporated, Rainmaker.
O clásicos inmortales como The Promised Land, Badlands o Born in the USA, llenos de frases críticas con el presidente y de mensajes rabiosos.
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De la gira del 2002 mantiene en todo el tour piezas catárticas como Lonesome Day, My city of Ruins o The Rising, que ensarta y corona con un lazo con temas en torno a la necesidad de seguir adelante, defender el hogar y no decaer frente a la adversidad, como Long Walk Home, o la retadora Wrecking Ball, donde, como en otras elegidas, alude al declive industrial y la pérdida de la fe en el futuro.
Han desaparecido tanto sus clásicos de mayor minutaje y todos los temas de sus dos primeros discos, marcados por la luminosidad romántica y ensoñadora de su inicio, y que son suplidos por temas con acusada carga emocional y espiritual.
Tampoco es casual la elección de Chimes of Freedom para cerrar los conciertos, canción de Bob Dylan que retumba como en la gira para Amnistía Internacional.
Los ataques directos hacia Trump no dejaron de aparecer, tal como cuando dijo que “el payaso criminal está en el trono” y también hizo un llamado a la organización pacífica, según reportaron medios españoles este domingo.
“Cuando los cheques y balances fallan, está el pueblo. En Estados Unidos tenemos que organizarnos pacíficamente en las calles. Solo nos tenemos los unos a los otros”, dijo el ‘jefe’, desde el escenario en Anoeta.
