Durante la campaña presidencial de 1992, en Estados Unidos, Bill Clinton popularizó esta frase en contra de su contendiente George H. W. Bush y que al final, le dio la victoria electoral.
Es una forma sarcástica de resaltar la importancia fundamental que juega la economía en el bienestar y desarrollo económico de los países.

El pasado 31 de enero, la Junta Directiva de nuestro Banco Central, aprobó el Programa Macroeconómico para el periodo 2018-2019.
Las proyecciones de los principales macroprecios así como del comportamiento de la producción nacional se presentan con altas vulnerabilidades y que han sido la preocupación de las agencias calificadoras de riesgo de cumplimiento de pago, poniéndonos en una perspectiva futura negativa y al borde de una nueva rebaja de la calificación internacional a niveles históricamente preocupantes.
Precisamente en vísperas de las elecciones de mañana domingo, tristemente los criterios de elección de nuestro futuro presidente se han circunscrito a temas, en mi opinión, a asuntos de índole personal, como la religión y el matrimonio igualitario, sin que el público, en general, se esté dando cuenta que esto pasa a un segundo nivel de prioridad, cuando lo que está en juego es el sustento diario, la estabilidad económica y psicológica de los cerca de 1,5 millones de hogares que conviven en nuestro territorio y que dependen de sus empleos.
En resumen, el ambiente macroeconómico se presenta de la siguiente manera:
Desaceleración económica con un desempleo que no baja del 9.4%; déficit fiscal creciente y acelerado que se aproxima al 8% en el 2019; financiamiento del mismo a pura deuda interna y externa, llevando el nivel de este del 50% actual, al 59% en dicho año; imposibilidad de llegar a un consenso político, sindical y empresarial para resolver de una vez por todas este tema con una reforma integral que incluya aumento de ingresos y simultáneamente contención y reducción del gasto.
Las consecuencias de este estado de pasividad e inacción de nuestros líderes, son de costos altos y de incidencia significativa en el bienestar de las familias y la confianza para promover mayor inversión extranjera e interna que estimulen la reactivación económica y la generación de empleo.
Tasas de interés mayores; presión al alza de la inflación y del tipo de cambio; aumento de la percepción de riesgo país y del atractivo por invertir en Costa Rica; menor disponibilidad de crédito para las personas y las empresas y al final, menores oportunidades de empleo y de mejora de calidad de vida para los jóvenes que están terminando sus estudios así como de las personas desempleadas y mayor riesgo de despido de personal, son apenas algunos de los ajustes obvios que se vienen si no se actúa con vehemencia y se toman las decisiones fundamentales que se deben adoptar.
Solo nos queda orar para que los indecisos o los que no estén pensando ir a votar, reflexionen y entiendan que es la economía realmente lo que importa, para evitar que a futuro nos digan, te lo dije: es la economía, estúpido. He dicho.