Claudio González Vega es una autoridad en microfinanzas. Ha sido patrono (similar a directivo) de la Fundación Microfinanzas del banco español BBVA, desde el 2008 y, de mayo del 2015 a diciembre del 2018, ejerció como presidente del patronato de esta organización.
Desde esta entidad ha trabajado en microfinanzas en cinco países de América Latina: República Dominicana, Panamá, Colombia, Perú y Chile.
Máster en Economía en la London School of Economics y con un doctorado en esta misma área, en la Stanford University, también figura como fundador de la Academia de Centroamérica, organización que por décadas ha aportado investigaciones que han influenciado en la política económica de Costa Rica.
A propósito de la celebración del quincuagésimo aniversario de la Academia, González visitó el país. En una conversación con La Nación, destacó una de las paradojas en Costa Rica, donde la formalidad en el mercado laboral ha dado protección de empleo, acceso a servicios de seguridad social, estabilidad de las familias, pero ha quitado un poco en la población ese “espíritu animal” de emprender.
– Desde afuera, ¿en cuáles áreas ve que Costa Rica está avanzando y en cuáles nos estamos quedando rezagados?
– Dos comparaciones que son pertinentes: una es la comparación de Costa Rica con el resto del continente que tiene algún valor, pero también ignora alguna de las peculiaridades que le han dado a Costa Rica una posición especial y la otra perspectiva es hacia adentro, de la Costa Rica en relación con su potencial.
"Si uno ve las cosas que ocurren en otras partes del continente y si a uno le preguntaran, ¿a dónde quiere vivir? Yo diría quiero vivir en Costa Rica, a pesar de los todos los problemas.
“Si usted me pregunta, ¿cómo es la Costa Rica de ahora en comparación con su potencial? Como resultado de su desarrollo histórico, institucional, de su capital humano, de su posición geográfica, nos estamos quedando muy cortos de lo que podríamos tener y eso duele, porque sin duda son oportunidades perdidas y que, claro, al no aprovechar plenamente ese potencial nos vamos acercando a aquellos otros países que no estaban en tan buena condición como nosotros y que, por alguna razón u otra, en ciertas áreas mejoran”.
– ¿Cómo podríamos aprovechar más ese potencial?
– Costa Rica tiene dos desafíos: uno el equilibrio fiscal, que es una condición necesaria, pero no suficiente, para alcanzar ese potencial.
"El desequilibrio fiscal crea incertidumbre, desmejora expectativas, reduce la vocación de invertir, la gente no sabe cómo serán las tasas de interés, cómo será el tipo de cambio, eso a la hora de tomar las decisiones económicas perjudica, y claro, eventualmente si lleva a la explosión de una crisis macroeconómica mayor, no solo frena lo que se podría estar haciendo, sino que destruye parte de lo que ya se ha hecho.
"El otro tema es entender las oportunidades productivas que Costa Rica tiene, cómo podemos mejorar la productividad en la asignación de los recursos de la economía, es más que todo un tema de saber hacia dónde deben ir orientándose los recursos.
– ¿Qué experiencias positivas ha visto en otros lugares, en microfinanzas, que nos puedan ser útiles a los costarricenses?
– Si pudiera resumir, en una sola frase, la lección importante que sigo aprendiendo es que, como muchas otras cosas, la inclusión financiera, no se puede lograr por decreto. La inclusión financiera depende esencialmente de la innovación, que el desafío de incluir a poblaciones que han estado excluidas del acceso a servicios financieros formales es un desafío de encontrar maneras de producir servicios financieros apropiados para ellos, a un costo razonable.
"Hay un tema de oferta y demanda y en Costa Rica, por una serie de características, hay dimensiones de la demanda que hacen que ese ejercicio sea un poco más complejo.
"Costa Rica es uno de los países con mayor nivel de formalidad de la fuerza de trabajo y con una proporción importante de la fuerza de trabajo empleada en el sector público, entonces, en los países donde han florecido las microfinanzas el sector informal ha sido el beneficiado, un sector informal donde la gente también sale adelante y lucha contra la pobreza precisamente a través de ejercicios de innovación, de buscar oportunidades, de cambiarse de aquí para allá, unos miembros de la familia trabajan un tiempo, viene la Navidad, todos están en el negocito, después descansan otros, etc.
"Costa Rica en ese sentido tiene un mercado laboral muy rígido, muy formal, muy de empleado asalariado a diferencia de microemprendedor. En Bolivia, es impresionante las cosas que hacen las señoras aymaras; hay un mercado en el alto, una feria que ocurre dos veces por semana, es un extensión inmensa donde uno puede ir a buscar ahí cualquier cosa que a usted se le pueda ocurrir.
“Costa Rica es una paradoja. Esa formalidad ha dado protección de empleo, ha dado acceso a servicios de seguridad social, estabilidad de las familias, pero le ha quitado un poco a la población ese espíritu animal de ver adónde encuentro, cómo sobrevivo”.
– A raíz de la situación que hemos vivido y el bajo crecimiento, hay algo que he notado cada vez más: rótulos en las casas de “se pintan uñas”’, "se hace pan”, “se vende tamales”. Pareciera que a veces las crisis nos obligan a ser más creativos; sin embargo, la parte de trámites e impuestos es terrible.
– No hay incentivos suficientes para que se quite el trámite, los que administran los trámites tienen muy claro el preservarlo y están ahí cerca de las fuentes de poder; los que sufren trámites no se pueden organizar para peticionar, una deficiencia de acción colectiva de parte del usuario perjudicado.
– Usted lo comentaba ahora. Tiene una grandísima relación la parte de microfinanzas con ayudar a resolver temas de pobreza.
– Así es, en la Fundación (Microfinanzas) hacemos algo que llamamos Finanzas Responsables Productivas, y eso es muy importante porque partimos del reconocimiento de que para darle crédito a alguien tiene que tener capacidad de pago, no hay peor crimen que darle crédito al que no puede pagar, le deshace la vida para siempre.
"Partimos primero de eso. Para prestarle a alguien tiene que haber capacidad de pago, si no, no los vamos a hacer, y como lo que nos interesa es gente que va a salir de la pobreza por sus propios medios, entonces esa capacidad de pago tiene que salir de tener una oportunidad productiva interesante, que no ha podido aprovechar porque no tenía fondos para aprovecharla.
“Lo primero que hacemos es verificar la existencia de esa capacidad de pago y luego ver si hay algunas cosas en las que podemos ayudar; de acceso a cierta información necesaria para que (la persona) pueda mejorar su productividad, o conectarlos con las cadenas de valor, que es sumamente importante, para que tenga mercados más seguros. Y vamos creciendo con ellos, no les ponemos garantías pero confiamos en el valor de esos clientes y son los mejores pagadores de todo el sistema financiero”.
– Precisamente, en Costa Rica, en esta parte financiera, en la época de los años 90, con mucho aporte de la Academia de Centroamérica, Costa Rica hizo una reforma financiera; sin embargo, hasta ahora, todavía seguimos teniendo márgenes de intermediación altos y tasas altas.
– No he investigado recientemente este tema. Me parece que en Costa Rica casi no hay microfinanzas, lo que hay es mucho crédito de consumo.
“Ha habido, además, acá, una especie de lo que en economía se llama “competencia imperfecta con un líder”. Es una situación donde, por mucho tiempo, la banca estatal definía más o menos lo que se podía o no se podía hacer y en qué términos, y a pesar de que ha mejorado muchísimo, esa banca estatal es un líder, y los otros entonces son seguidores que se fijan qué está haciendo la banca estatal y se acomodan a eso”.