Al menos 51.508 fincas agrícolas en Costa Rica, las cuales representan 55% de las explotaciones detectadas, califican como unidades de agricultura familiar, un sector de mucha importancia para el mercado interno pero que no cuenta con legislación propia.
Los datos se presentan en el documento mediante el cual se lanzó el Plan nacional de agricultura familiar de Costa Rica, 2020-2030, donde se procura potenciar ese sector productivo.
Este plan fue realizado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Red Costarricense de Agricultura Familiar (Redcaf).
De acuerdo con ese documento, ese tipo de explotaciones aporta al país principalmente café, ganadería (leche y carne), frutas, frijol y una diversidad de hortalizas.
La iniciativa se lanza cuando el mundo, por medio de la FAO, declaró el periodo 2019-2028 como el decenio de la agricultura familiar, en la lucha por erradicar el hambre.
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Dagoberto Vargas, quien tuvo a su cargo el programa de agricultura familiar del MAG y se pensionó hace dos meses, explicó que las familias colocan sus productos especialmente en las ferias del agricultor, aunque venden en menor cantidad a intermediarios.
Además, mucha de la producción se comercializa a lo interno de las poblaciones donde están las fincas y otra se dedica al autoconsumo. Muy pocas de las familias exportan.
Vargas dijo que para este tipo de producción se requiere de un marco legal regulatorio, en el cual se defina desde qué es la agricultura familiar (tipología), así como los aportes de la institucionalidad pública del país, qué le corresponde a cada entidad, así aspectos relacionados con programas de crédito específicos, asistencia técnica y hasta la comercialización.
La falta de atención particular al sector lleva a que tenga un limitado acceso a factores de producción y a servicios de apoyo. Otro reto es la inserción en los mercados, debido a factores como bajos volúmenes de producción y competitividad, su falta de información y débil infraestructura, relata el plan.
Asimismo –continúa el documento–, las personas de la agricultura familiar tienen poco o nulo acceso a esquemas de protección social y hace falta promoción para atraer a los consumidores.
Uno de los primeros pasos del programa es, precisamente, un plan para emitir un sello, para que los consumidores adquieran los productos con la seguridad de que están ayudando a familias y al ambiente. El sello lo administraría el MAG, que conserva la secretaría técnica del programa.
Vargas añade que al estar establecidos en el país los conceptos de pequeño y mediano agricultor, a estos se les define políticas específicas, mientras una explotación familiar requiere de atención a todo el núcleo, incluidas los hombres, mujeres y los hijos. “Por eso se dice que tiene rostro humano”, recordó.
El informe indica que 15,6% de las explotaciones de este tipo tienen como cabeza a una mujer, generalmente jefa de familia.
La propuesta determinó que no hay una definición concreta de la agricultura familiar, por sus diferentes derivaciones. Empero hay características que se repiten entre esas derivaciones: son sistemas manejados por la familia, en los que entre el 80% y el 100% de la mano de obra ocupada en la unidad productiva es aportada por la familia; asimismo, la familia deriva la mayor parte de sus ingresos a partir de la comercialización de los productos.
Se caracteriza también porque la extensión no va más allá de las 50 hectáreas, con un tamaño promedio en Costa Rica de 12 hectáreas.
Relevancia
Aparte de representar 26,0% (652.293 hectáreas) de la extensión total de uso agropecuario del país, este tipo de explotaciones ofrece una oportunidad para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional, mejorar los medios de vida, gestionar mejor los recursos naturales, proteger el medio ambiente y lograr un desarrollo sostenible e inclusivo, según sus promotores.
La FAO considera esta sector como fundamental en los planes para la erradicación del hambre y la pobreza.
El plan en Costa Rica, dijo Vargas, tiene una serie de pilares relacionados con el fortalecimiento de la institucionalidad, la gobernanza, los servicios de crédito, la investigación, los servicios de extensión, el fortalecimiento de las organizaciones del sector y el impulso a los emprendimientos y consorcios.
También se propone seguir luchando por el ambiente, con la descarbonización y el cambio climático, y en el ámbito social la multidimensión de la agricultura familiar considera a poblaciones más vulnerables, como la indígena, la afrodescendiente, los jóvenes y las mujeres.
El objetivo es lograr una articulación de la sociedad civil, entes gubernamentales, gobierno, organismos de cooperación y academia en torno a ese plan.
Se toma en cuenta que el Gobierno no tiene recursos para nuevos programas, por lo cual se propone involucrar a las municipalidades, las cooperativas, las estaciones experimentales de las universidades y otros actores.
Según Vargas, un programa de la Municipalidad de Santa Ana, donde se involucra con la nutrición y la erradicción del hambre es un ejemplo de lo que se podría lograr.
Aseguró que al ser explotaciones pequeñas utilizan tierras con relieves irregulares. Por esta razón se caracterizan por aplicar sistemas de protección de suelos y ambientales en general, por lo cual serán también muy útiles en este campo.