Contrario a otros deportes, el senderismo se practica acarreando peso en la espalda. Esto, porque el caminante debe llevar consigo comida, agua y otros implementos que le ayuden a sobrevivir en el bosque.
El reto está en lograr llevar todo lo que se necesita sin sobrecargar la mochila, ya que la caminata se realizará en un terreno donde las situaciones desequilibrantes serán comunes, y si a eso se le suma exceso de peso, la persona corre un mayor riesgo de lesionarse.
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Por ejemplo, la carga excesiva hace que la persona tenga que compensar inclinando sus caderas y espalda hacia delante, lo cual afecta la columna.
Por esa razón, más que empacar cosas en un simple salveque escolar, los expertos recomiendan invertir en una mochila diseñada para senderismo.
Para Javier Moya, fisioterapeuta de FisioCentro, el mercado ofrece una amplia gama de mochilas que se amoldan a las curvaturas de la espalda, proveyéndole a esta soporte, y ayudándole a mantener la postura.
Las hombreras de la mochila deben ser anchas, alcolchadas y ajustables. El ancho del bulto debe coincidir con el ancho de los hombros de la persona.
La mochila debe descansar en la cadera, así se evita el golpeteo en los glúteos cuando se marcha.
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Entonces, ¿cuál mochila escoger? Eso dependerá de la distancia de la caminata y la cantidad de días que se permanecerá en el bosque. Para caminatas cortas, de una o dos horas, se recomienda utilizar camelbacks Estos permiten almacenar hasta tres litros de líquido y artículos pequeños.
Para caminatas medias, de un día, se aconsejan mochilas de entre 25 y 40 litros. Para caminatas largas, de dos a cinco días, existen bultos de entre 65 y 90 litros.