El viejo adagio reza que somos lo que comemos, y en el caso de los adultos mayores esto puede ir más allá. Una alimentación balanceada, acorde con las necesidades del adulto mayor, lo llevará a tener un envejecimiento más saludable.
En ese esfuerzo, conviene tener en cuenta que la malnutrición, es decir, aquella que no incluye todos los nutrientes necesarios para un buen funcionamiento corporal, no solo se da en quienes tienen bajo peso, también puede verse en quienes registran un peso normal e incluso en personas con sobrepeso y buen apetito siempre.
Un estudio en la revista Journal of the America’s Geriatric Society señaló que uno de cada tres adultos mayores podría tener malnutrición en algún nivel.
Con esto en mente, un grupo de investigadores decidió hacer una intervención nutricional con 600 adultos mayores en el Hospital San Ignacio, en Colombia, para averiguar cómo un programa para variar la forma en que ellos comían podía impactar su salud.
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Los participantes del estudio estaban ya malnutridos o en riesgo del malnutrición. A ellos se les sometió a un programa de nutrición que incluía educación e información sobre diferentes comidas, ejercicio y nutrición especializada. La intervención se mantuvo durante 60 días.
Durante el estudio, se les dio seguimiento tanto en persona como por medio de sesiones de telemedicina. De esta forma se brindaba apoyo continuo y se reforzaba la participación en el programa.
Después del plan de alimentación y el seguimiento, más de dos tercios de los participantes tuvieron mejoras en el peso. Además, más de la mitad de ellos mostró una mejoría en su estado nutricional y en la circunferencia de la pantorrilla, una medida de la masa muscular de las piernas. Los que consumieron nutrición especializada tuvieron casi el doble de probabilidades de experimentar mejoras en su estado nutricional.
Otros beneficios también se vieron. Cuando comenzó el estudio, al menos un tercio de los adultos mayores tenía un estado inicial comprometido en cognición, funcionalidad física, salud y bienestar psicológico y calidad de vida.
Al finalizar el estudio se vieron mejoras en cuatro áreas, según los investigadores:
- El 84% de los participantes mejoró su bienestar psicológico.
- El 76% mejoró su calidad de vida, al tener una mejor movilidad y poder dedicarse a su autocuidado (baño, aseo, etc.)
- El 75% mejoró la función cognitiva.
- El 48% mejoró la funcionalidad física.
Los resultados del estudio mostraron también que la atención nutricional redujo significativamente el uso de los recursos de atención médica durante 90 días, incluidas las hospitalizaciones, las entradas a unidades de emergencias urgencias y a las clínicas ambulatorias en más del 40%. Esto significó un ahorro de costos de casi $130.000 (unos ¢83,2 millones), cerca de $210 (aproximadamente ¢134.400) por paciente.
Si usted sospecha que un adulto mayor en su familia pueda estar en riesgo de malnutrición, busque un profesional que lo guíe. En la gran mayoría de los casos solo serán necesarios cambios en la alimentación y no será necesario que tome suplementos.
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