
Su médico le dio la noticia: sufre de diabetes, su presión arterial puede estar haciendo picos, y, además de recetarle un tratamiento diario, le dice que debe bajar de peso para tener una mejor calidad de vida y no empeorar su situación.
El problema no está en elegir uno u otro, es que usted, que no tiene conocimientos previos de nutrición y alimentación lo haga siguiendo lo que dice Internet y no pida la ayuda de un profesional en el campo.
Los pacientes con enfermedades crónicas (diabetes, hipertensión, colesterol alto, síndrome metabólico etcétera) que se someten a dietas sin asesoría médica, ponen en riesgo su salud. Sus corazones pueden verse seriamente afectados.
“Los pacientes con riesgo cardiovascular, como quienes tienen síndrome metabólico (trastorno que incluye sobrepeso, obesidad abdominal, presión alta, niveles elevados de colesterol, azúcar y triglicéridos en la sangre, así como resistencia a la insulina), deben tener mayor cuidado a la hora de cambiar su forma de comer. La ciencia en nutrición ha avanzado mucho y ahora se sabe que sí se pueden aplicar este tipo de programas nutricionales (keto o ayunos intermitentes) a quienes tienen estos males, pero debe ser con la guía y seguimiento adecuado”, manifestó Adriana Herrera, nutricionista especialista en enfermedades crónicas durante el Congreso Costarricense de Metabolismo, que se realizó recientemente en nuestro país.
El endocrinólogo Fernando Andrés también opinó al respecto: “hay enfermedades en donde la persona necesita de todos los grupos de alimentos y es mejor no eliminar los carbohidratos, por eso es que cada plan de alimentación debe hacerse acompañado por un profesional”.
¿En qué consisten?
¿A qué debe comprometerse una persona que decida seguir uno de estos planes de alimentación? Aquí resumimos los puntos más importantes de estas modalidades de nutrición.
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“En muchos lugares que se promocionan en Internet te venden un plan que dice: ‘pierda 20 kilos en tres meses’. Esto no es así, nadie con una enfermedad crónica debería hacerlo. Es cierto que debemos empezar ya, pero esto es una carrera de resistencia, no de velocidad. Sí usted ya tuvo un infarto es posible que sí sea una carrera más de velocidad, pero debe hacerse con la guía de alguien que tenga los conocimientos”, insistió Herrera.
Y añadió: “no busque solo el título de ese anuncio promocional. Busque alguien que en serio esté capacitado, la nutrición tiene un montón de ramas, busque al que está realmente capacitado en sus necesidades; pero que además de eso le ofrezca un canal de comunicación donde usted pueda evacuar sus dudas de manera oportuna”.
Andrés explicó que mucha de la pérdida de peso que se da al principio en una dieta keto no es de grasa, si no de agua. "La persona baja de peso, sí, pero su cantidad de grasa sigue siendo la misma en un inicio. Lo mismo pasa con los ayunos intermitentes. En un ayuno de 15 horas el cuerpo también produce cetonas y parte del peso que se pierde es de agua”, dijo.
El endocrinólogo insistió en que, especialmente quienes son diabéticos deben tener cuidado al seguir una dieta cetogénica, y deben informarla desde antes, dado que los carbohidratos juegan un rol en el cuerpo a la hora de procesar la glucosa.
“Hay enfermedades donde la persona necesita carbohidratos. Los diabéticos que ya usan insulina, si continúan su esquema y no reciben carbohidratos pueden tener hipoglicemia (azúcar baja en sangre). La insulina te sirve para absorber la glucosa de los carbohidratos. Al usar la insulina el cuerpo no detecta que no hay carbos y eso causa la hipoglicemia, el cuerpo no tiene cómo absorber esa glucosa. Las personas diabéticas que opten por una dieta keto o de reducción de carbohidratos deben tener un ajuste en su insulina”, destacó Andrés.
Herrera también destacó que hay personas que no deberían seguir este tipo de dietas. Por ejemplo, las embarazadas o mujeres que buscan un embarazo, dado que los cuerpos cetónicos pueden ser abortivos.
Por otra parte, pacientes con trastornos de alimentación o muy obsesivos, que puedan tener problemas de ansiedad a la hora de eliminar ciertos grupos de alimentos, es mejor que opten por otro tipo de programa de alimentación.
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Mejorar la relación con la comida
Ambos profesionales consultados insisten en que lo primordial, independientemente del tipo de programa de alimentación que se siga según las necesidades de las personas, es el tener una relación sana con la comida, y no obsesionarse con ella.
“Los verdaderos cambios vienen de adentro hacia afuera. Primero debemos ver qué pasa a lo interno. El manejo de emociones es clave. Si estás triste necesitás llorar o hablar para desahogarte, no comer. Si estás estresado necesitás manejar el estrés y relajarte, no comer. Si estás muy feliz, bailá, abrazá gente, reíte... comé si tenés hambre”, señaló Herrera.
Para Andrés, el problema de años de mala alimentación está en que nuestro cerebro ya se acostumbró a eso.
“Nuestro hipotálamo (parte del cerebro que controla el hambre, sed y consumo de alimentos, pero también media en la reacciones emocionales) tiene una memoria del peso que uno ha tenido. Al perder peso, su hipotálamo lo censa como escasez y activa las alarmas, cree que estamos faltos de comida. La parte del cerebro primitivo empieza a estimular comportamientos de búsqueda, por lo que sentimos más hambre y más ansiedad”, detalló el especialista.