
Ethel Caterham, una mujer británica de 115 años obtuvo el título de la persona viva más longeva. Su historia plantea una pregunta inevitable: ¿cómo lograr una vida tan larga?
Aunque la genética influye, investigaciones científicas destacan cuatro hábitos de estilo de vida que pueden aumentar las posibilidades de alcanzar edades avanzadas con buena salud.
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Bradley Elliott, profesor de Fisiología del Envejecimiento en la Universidad de Westminster, quien se ha dedicado a estudiar los factores que influyen en una vida más larga y saludable a través de la evidencia científica, enumeró estos cuatro habitos:
1. Moverse cada día reduce el riesgo de muerte prematura
Las personas físicamente activas tienden a vivir más y con mejor salud. Un estudio reveló que quienes caminaron rápido al menos 75 minutos por semana ganaron hasta dos años de vida. Sin embargo, evitar la inactividad es tan importante como hacer ejercicio.
Estar sentado por largos periodos se asocia con un mayor riesgo de fallecimiento. Para contrarrestar esto, se recomienda levantarse cada 30 minutos, conversar en persona en lugar de enviar correos y permanecer de pie en el transporte público. Estos pequeños cambios, junto con 30 minutos diarios de actividad física moderada, aumentan significativamente la longevidad.
2. La dieta rica en vegetales es clave para una vida larga
Un seguimiento de tres décadas a 100.000 personas mostró que quienes alcanzaron los 70 años con buena salud comían más frutas, vegetales, cereales integrales, nueces y leguminosas, y menos carnes procesadas, frituras y alimentos azucarados.
No se requiere una dieta vegana estricta. La clave está en reducir alimentos nocivos y aumentar los beneficiosos. También se estudia el impacto del ayuno intermitente y la restricción calórica. En humanos, estas prácticas generan mejoras metabólicas prometedoras, aunque aún se requieren más estudios para confirmar su efecto en la longevidad.
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3. Dormir bien y a horas regulares fortalece la salud
Un análisis en Reino Unido a medio millón de personas encontró que quienes tenían patrones de sueño irregulares enfrentaban un 50 % más riesgo de muerte temprana. El trabajo por turnos elevó el riesgo de derrames cerebrales y redujo la salud durante la jubilación.
Dormir entre 7 y 9 horas diarias sigue siendo la recomendación general, aunque la cantidad exacta varía entre personas. Lo importante es mantener una rutina de sueño constante para proteger la salud a largo plazo.
4. Menos estrés, más años de vida
El estrés crónico, sobre todo desde la infancia, eleva la inflamación celular y puede anticipar enfermedades graves. En cambio, los adultos mayores con alta resiliencia emocional presentan menos riesgos de fallecimiento.
La práctica constante de yoga, incluso durante ocho semanas, mejora esta resiliencia. Además, mantener redes sociales activas prolonga la vida. Las personas mayores con interacción diaria tienen tres veces más probabilidades de vivir al menos cinco años adicionales que quienes están aisladas.
La genética influye, pero no lo determina todo
Estudios indican que entre un 20 % y 40 % de la longevidad está ligada a la genética. Sin embargo, tener buena herencia no garantiza una vida larga. La historia de Ethel Caterham, quien superó los 115 años, lo demuestra: sus hijas fallecieron a los 71 y 83 años.
Por eso, más allá de los genes, adoptar hábitos saludables marca una diferencia real. Ser activo, comer bien, dormir de forma regular y controlar el estrés son prácticas simples que pueden alargar y mejorar su vida.
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*La creación de este contenido contó con la asistencia de inteligencia artificial. La fuente de esta información es de un medio del Grupo de Diarios América (GDA) y revisada por un editor para asegurar su precisión. El contenido no se generó automáticamente.