Los Cinco Grandes Bosques de Mesoamérica alojan proporciones críticas de poblaciones de aves migratorias al mismo tiempo que enfrentan una pérdida acelerada de cobertura forestal. Así lo muestra un estudio publicado en Biological Conservation.
El trabajo evidencia que estas selvas concentran valores altos de abundancia durante la temporada no reproductiva y funcionan como puntos de anclaje para especies que viajan cada año entre América del Norte y la región.
El análisis se centra en los mayores bloques boscosos que aún persisten en Mesoamérica. La Selva Maya, en México, Belice y Guatemala; La Moskitia, en Honduras y Nicaragua; Indio Maíz–Tortuguero, en Nicaragua y Costa Rica; La Amistad, en Costa Rica y Panamá; y Darién, en Panamá y el norte de Colombia, conforman más de 100.000 km² de bosques que han perdido entre 5% y 30% de su extensión desde el año 2000.
El estudio señala que esta reducción se debe principalmente a la conversión ilegal para ganadería, con áreas donde la pérdida ha sido persistente.
Para cuantificar la importancia de estos territorios para las aves migratorias, los investigadores usaron datos del proyecto eBird Status and Trends, que genera estimaciones semanales de abundancia relativa mediante modelos de aprendizaje automático y observaciones aportadas por la ciudadanía científica.
La metodología permitió calcular la proporción de la población global que cada especie mantiene en los Cinco Grandes Bosques durante las semanas de migración y en la etapa no reproductiva.

Los resultados indican que estos bosques sostienen entre 20% y 46% de las poblaciones globales de 16 especies migratorias neárticas–neotropicales. Además, albergan al menos 10% de la población de otras 24 especies fuera de la temporada reproductiva. El estudio resalta que esta concentración convierte a los bosques en áreas de importancia estratégica para la supervivencia de estas aves.
El artículo también documenta la disminución acelerada de cobertura en los mismos paisajes donde se registran estas concentraciones. La superposición entre pérdida de bosque y presencia de especies migratorias subraya la urgencia de mantener la integridad ecológica de estos sitios.
La Selva Maya y La Moskitia, los dos bloques más al norte, muestran los niveles más altos de presión por deforestación, con 34% y 76% de sus áreas afectadas por focos históricos de pérdida.
El estudio destaca que la región mesoamericana recibe millones de aves que dependen de la estructura del bosque, la disponibilidad de recursos y la conectividad del paisaje para mantenerse a lo largo del ciclo anual.
Según sus autores, la información generada permite identificar los lugares donde las inversiones de conservación tendrían mayor impacto. También ofrece una base cuantitativa para fortalecer la colaboración entre organizaciones y gobiernos de América del Norte y Mesoamérica, dado que muchas de las especies evaluadas pasan la mayor parte del año en la región.
El estudio señala que proteger los Cinco Grandes Bosques es esencial para conservar las poblaciones de aves migratorias que dependen de ellos durante los meses en que no se reproducen. Asimismo, recuerda que la deforestación en estos territorios representa una amenaza directa para la continuidad de estos ensamblajes de especies.