Para empezar, es necesario saber que la microbiota intestinal es un grupo de microorganismos vivos (bacterias, virus, levaduras, arqueas) que habitan en el intestino y favorecen el desarrollo del sistema inmunológico de los niños.
Su formación y multiplicación inicia durante el nacimiento y su composición depende de factores genéticos, nutricionales y ambientales. La microbiota puede cambiar la permeabilidad intestinal (capacidad que tienen las membranas del intestino para permitir el paso de nutrientes hacia la circulación sistémica), la digestión y el metabolismo, así como las respuestas inmunes. Además, puede influir en el riesgo de padecer enfermedades como asma, algunas alergias, enfermedad inflamatoria intestinal, obesidad y afecciones del desarrollo neurológico.
El establecimiento de la microbiota intestinal puede ser afectado por varios factores como: el tipo de parto, los métodos de alimentación, la introducción de alimentos sólidos. Su diversidad aumenta con la edad hasta que se convierte en una microbiota adulta estable.
En conclusión, la microbiota establece una interacción de dos direcciones con el sistema inmunológico que favorece su maduración. La alteración de esos procesos en etapas tempranas de la vida, condicionan efectos negativos en la salud del niño y futuro adulto.
A diferencia de otros órganos del cuerpo, nuestro intestino puede realizar algunas funciones de manera independiente. Para varias de sus actividades tiene su propia autonomía, pudiendo prescindir, en ocasiones, de la actividad cerebral para su ejecución. En la actualidad, se ha demostrado la presencia de neuronas y células neuronales en el tracto gastrointestinal las cuales, gracias a la acción de la microbiota intestinal, mantienen una comunicación constante con el cerebro y el sistema nervioso central.
Una forma de apoyar el sano desarrollo del intestino y de la microbiota es mediante el consumo de ciertos compuestos presentes en la leche humana, tales como la lactosa, oligosacáridos de leche humana (HMOs), bacterias probióticas, entre otros. Estos compuestos pueden encontrarse en el alimento lácteo NAN® SUPREME 3 y favorecen el desarrollo de una microbiota intestinal adecuada.
El alimento lácteo NAN® SUPREME 3 contiene 2 oligosacáridos sintéticos estructuralmente idénticos a los que tiene la leche humana; proteína de fácil digestión A2 y probióticos para ayudar a potenciar el desarrollo integral de los niños, a nivel inmune, cognitivo y metabólico.
Los oligosacáridos de la leche materna o HMOs, por sus siglas en inglés, “Human Milk Oligosaccharides” ayudan a promover el crecimiento de las bacterias benéficas del intestino de los niños donde se encuentra el 70% de su sistema inmune, evitando el crecimiento de bacterias dañinas y reduciendo el riesgo de infecciones. Funcionan como prebióticos en el organismo del niño, ayudándole a promover su salud intestinal y a potenciar su sistema inmune y cognitivo.
El alimento lácteo NAN® SUPREME 3 es una excelente alternativa para contribuir al sano desarrollo de la microbiota intestinal.
AVISO IMPORTANTE: LA LECHE MATERNA ES EL MEJOR ALIMENTO PARA EL LACTANTE. Este producto no debe ser utilizado para la alimentación del lactante. Alimento lácteo NAN® SUPREME 3, consumir a partir de los 24 meses. Marcas registradas usadas bajo licencia de su titular Société des Produits Nestlé S.A., Case Postale 353, 1800 Vevey, Suiza.