La voz del capitán manudo


Cuando su cercanos vieron que el niño sufría cada vez que corría detrás de la pelota, le pidieron al papá que no fuera tan insistente con el pequeño y que lo dejara disfrutar más, que volviera a encontrar esa felicidad de correr tras un balón sin importar si se perdía el juego, daba un mal paso o erraba un gol debajo del marco.


Yo vi a Maradona y mi mamá, hincha de Boca, también. El reconocimiento alcanzó para que toda la familia viera al Pelusa levantar sus manos en “el parque”, mientras yo alcanzaba pelotas y mi mamá se emocionaba desde la tribuna.