Al cierre del 2021 Costa Rica experimentó una recuperación significativa de los números macroeconómicos, producto del sólido crecimiento económico global y la mejora -más rápido de lo esperado- en las cifras fiscales. No obstante, el primer semestre del 2022 el país ha recibido una serie de choques externos que revierten las perspectivas económicas de un escenario de crecimiento sostenido a un proceso de desaceleración.
Primero, el aumento internacional en el precio del petróleo y de los alimentos ha contribuido al 88% de la variación en los precios a nivel local en lo que va del año. Desde un punto de vista de crecimiento, eso implica que el ingreso de los hogares en Costa Rica tendrá una menor capacidad de consumo a pesar de la recuperación paulatina en el empleo. Por ese motivo, se proyecta que el gasto privado pasará de un crecimiento de 6,4% en 2021 a un 2,7% en 2022.
Segundo, el Fondo Monetario Internacional ajustó a la baja el crecimiento de Estados Unidos a causa del aumento mayor al esperado de las tasas de interés de la Reserva Federal. Esa política monetaria responde a las presiones de inflación de ese país, que al mes de junio ya se ubica por encima del 9% como variación interanual. Dicho lo anterior, los riesgos de una recesión en Estados Unidos están en mesa y se observa a través de una marcada desaceleración en el consumo de los hogares y la inversión de negocios. Para Costa Rica eso significa que la demanda externa (exportaciones) tendrá un freno en su ritmo de crecimiento principalmente en 2023, luego de la sólida recuperación de 15,9% en 2021.
Tercero, el Banco Central de Costa Rica también ha seguido una política de alza de tasas de interés desde diciembre de 2021 al pasar de la tasa de política monetaria de 0,75% a 7,5%. Esa medida se explica a las presiones inflacionarias que vienen principalmente del frente externo y para el mes de julio la variación interanual se ubicó en 11,5%, nivel que no observaba desde el 2009. Hacia adelante es de esperar que el canal del crédito refleje un menor crecimiento de los hogares y las empresas ante la subida de tasas de interés, a pesar de que este indicador ha sido lento en recuperarse.
Al poner todos estos choques en conjunto, Costa Rica entrará en una fase de desaceleración en el crecimiento económico, y por eso razón, Mercado de Valores estima que en 2022 y 2023 el crecimiento promedio de la producción será de 2,0%, con una marcada desaceleración en 2023. Además, esta situación conlleva a un escenario más retador al proceso de consolidación fiscal ya que la actual administración enfrentará no solo un ritmo de actividad económico más bajo sino también un ciclo de subida de tasas de interés. Todo esto no quiere decir que Costa Rica estará de nuevo en un período desequilibrios macroeconómicos, pero si en una fase donde los vientos no estarán tan favor.