:quality(70)/cloudfront-us-east-1.images.arcpublishing.com/gruponacion/LA7JYBUFLVB7PAX6NB3R3MJDT4.jpg)
La pérdida de lecciones acumuladas por huelga y pandemia equivalen, en un año lectivo regular, a un 80% en primaria y un 72% en secundaria. Foto: Eyleen Vargas
Estudiantes con pocas o nulas habilidades matemáticas, con serios problemas de escritura y de comprensión lectora, significan futuros trabajadores con menos habilidades. Según datos del Banco Mundial, esto podría significar el acceso a empleos menor remunerados en el futuro o una reducción de los ingresos de estas personas en un 8% anual.
De ahí, la importancia de que con el regreso a las clases 100% presenciales se priorice la aplicación de medidas contundentes para palear el rezago educativo de los últimos años. El primer paso debería ser la aplicación de pruebas de diagnóstico que permitan determinar, de manera focalizada, el nivel de atraso de los estudiantes y definir planes remediales que sean efectivos, oportunos y que respondan al contexto de cada salón de clase.
De acuerdo con el Programa Estado de la Educación, la pérdida de lecciones acumuladas por huelga y pandemia equivalen, en un año lectivo regular, a un 80% en primaria y un 72% en secundaria. “En general, se abordó menos del 50% de los contenidos estipulados en los Programas de Estudio de Español para primero y segundo ciclos del MEP”, dice el informe.
Las habilidades matemáticas también sufrieron un atraso importante. Sólo para el 2020, las plantillas de aprendizaje base apenas abarcaron, en promedio, el 52% de las habilidades matemáticas propuestas en los programas de estudio de primaria y un 54% para el caso de secundaria
Aprendizajes intermitentes
La educación remota y el uso de las Guías de trabajo autónomo (GTA) representaron un modelo de aprendizaje intermitente y poco efectivo, en el que hubo factores que jugaron en contra de los estudiantes, entre ellos: la falta de competencias para el aprendizaje autónomo, la falta del apoyo de sus familias, una limitada conectividad a Internet en el hogar, ambientes inadecuados para estudiar en casa y el desgano para resolver fotocopias sin el acompañamiento necesario.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) falló en concentrar su estrategia de educación remota en la aplicación de las GTA debido a que se obvió la diferencia de contextos en que aprenden los estudiantes. Peor aún, el rezago se maquilló ya que hubo estudiantes que sin resolver estas herramientas, aprobaron el ciclo lectivo.
“La primera limitación pedagógica de estas guías es la contradicción con el modelo pedagógico referido en la Política Curricular y Educativa vigentes: la Guía asume condiciones uniformes y estándar para toda la población estudiantil, por ejemplo, que toda la población estudiantil cuenta con condiciones favorables para el aprendizaje”, señala el Informe.
El Informe del Estado de la Educación (2021) señala también que “algunos docentes indican que los alumnos devolvían las GTA sin trabajar, a cómo se les habían entregado”. Ese rezago no puede pasar desapercibido y es uno de los principales retos que se deben atender en el retorno al 100% de la presencialidad.
Ante esos vacíos y la falta de información sobre el estado real de los estudiantes, una prueba de diagnóstico lejos de ser una herramienta represiva o para asustar a los alumnos, debe ser el mecanismo con que los docentes midan las habilidades de sus estudiantes para, a partir de ahí, trazar acciones que sean oportunas y que respondan al contexto de su comunidad educativa.
Si ya previo a la pandemia, más de la mitad de los niños de 10 años tenían dificultades para leer y comprender un texto simple, la situación actual debe ser peor y requiere de acciones urgentes para revertir el daño.
Un estudiante que avance de un nivel a otro, sin las competencias básicas necesarias en lectura, escritura y razonamiento matemático es un engaño al progreso social y económico del país e implica un gasto aproximado de ₡1.7 millones anuales por cada estudiante dentro del sistema educativo.
Para que ese “gasto” sea verdaderamente una inversión, hay que garantizar calidad y un plan remedial oportuno que revierta el rezago. De lo contrario, la burbuja terminará estallando en más desigualdad y en menos oportunidades para aquellos sectores más vulnerables.
La educación deja de ser escalera de progreso social, cuando sus peldaños están construidos sobre las bases de la mentira, el oportunismo y cuando la incompetencia se maquilla con títulos y graduaciones.
Cuénteme su opinión sobre este tema en mi correo barrantes.ceciliano@gmail.com