La simulación tiene más de 40 años de estar disponible como herramienta poderosa y barata para resolver problemas complejos.
A diferencia de la Revolución Industrial, esta vez no se necesitan enormes gastos de capital ni existe un mínimo de escolaridad para aprovechar la IA.
El conocimiento serio y duro es sumamente valioso; las falsedades, sumamente peligrosas.
Entre los peligros de la IA que diversas naciones tratan de mitigar figuran la invasión de la privacidad, ciberataques, desinformación y pérdida de empleos.
Durante los últimos años, y exacerbado por la pandemia, los países más bancarizados han venido cerrando sucursales y desinstalando cajeros automáticos.
Hace cinco o seis años, cuando acuñaron el término ‘cuarta revolución industrial’, la lista incluía 10 tecnologías, número que se ha cuando menos duplicado.