Entre los peligros de la IA que diversas naciones tratan de mitigar figuran la invasión de la privacidad, ciberataques, desinformación y pérdida de empleos.
Durante los últimos años, y exacerbado por la pandemia, los países más bancarizados han venido cerrando sucursales y desinstalando cajeros automáticos.
Hace cinco o seis años, cuando acuñaron el término ‘cuarta revolución industrial’, la lista incluía 10 tecnologías, número que se ha cuando menos duplicado.
Casi todas las organizaciones debaten acerca de si los trabajadores de cuello blanco debieran regresar a la oficina.
Una cosa es aprobar una ley para regular la IA y otra cómo forzar su cumplimiento, principalmente en el mundo digital.
Hay quienes se indignan porque el sistema podría permitir que alguien sepa por donde andan los que no deberían andar por ahí.