“Primero que todo, me encanta el arte. De verdad me encantan las pinturas que uso y me encanta contemplarlas”, afirma James Kerr. Es cierto: los collages, GIF e ilustraciones de Scorpion Dagger rebozan sorna, humor, absurdo. Pero todo está atravesado por un profundo amor por el arte... y claramente él se divierte haciéndolo.
Scorpion Dagger es uno de los invitados a celebrar el quinceaños de Pupila, uno de los estudios de diseño costarricenses más prominentes dentro y fuera del país. Para celebrarlo organizan PFF, una conferencia de diseño y creatividad en el Cine Magaly, con actividades paralelas e invitados como el estudio neoyorquino Porto Rocha y la diseñadora Anna Kulachek.
En preparación al evento, Áncora conversó con James Kerr, quien desde Montreal, Canadá, contó sus inicios en el diseño, la ilustración y el arte digital, así como la experiencia que compartirá en San José.

¿Cómo empezó Scorpion Dagger?
James Kerr creció rodeado de arte pues su mamá hacía pintura y escultura, entre otras artes, ni cuando él era pequeño. Vivía rodeado de utensilios y materiales, lo inscribían en cursos de pintura al óleo y demás, pero siempre lo tomó como un pasatiempo.
Luego llegó a la universidad a estudiar historia y política, pero pasaba su rato con estudiantes de artes e incluso allí se hizo novio de una de ellas, que es ahora su esposa. Pronto formaban parte de un colectivo artístico, hace unos 20 años, pero el interés por el collage vino en torno al 2011.
“Me habían despedido de mi trabajo. Una pareja de amigos eran animadores profesionales y le pedí a uno si podía enseñarme, darme algunos tips de cómo empezar en ese campo. Luego fui a su casa con una caja de cervezas y entramos a Photoshop y me mostró cómo hacer animaciones cortitas... me enamoré de ello y pensé que, de pronto, esto era esencialmente lo que quería hacer”, recuerda Kerr.
Realizó estas pequeñas animaciones a diario por año y medio, al inicio fotografiando collages que hacía a mano. Recordó cuánto le gustaban de joven, lo divertido que era... “Y simplemente era como, no sé, una forma de contar historias con mayor claridad. Siempre trato de contar historias con mis collages, pero no sé si se transmiten; con la animación es más literal”, dice Kerr.

¿Cambiarse de medio artístico le permitió recuperar la fascinación por crear? “Sí, absolutamente. No voy a decir que estuviese aburrido con lo que estaba haciendo antes, pero no sentí que fuera muy bueno, no me sentía satisfecho con ello”, dice Kerr. “O sea, ahora me divertía haciéndolo, lo disfrutaba”.
“En cierto sentido, la animación también es tediosa”, confiesa el artista. Es repetir pasos, recortar con calma, llevarlo con minuciosidad. “Es lo mismo que hacía antes, pero ahora que debo hacerlo moverse, no sé... ¡me río mucho! Es como cuando estaba empezando, me reía mucho mientras lo hacía”, afirma.
Scorpion Dagger y el arte de los grandes maestros
En las animaciones e ilustraciones de Scorpion Dagger, podemos encontrarnos con un monje bebiendo un jugo de naranja con pajilla, figuras religiosas jugando en maquinitas o a solemnes figuras medievales vomitando, golpeando, asustando a sus compañeros de cuadro.
De algún modo, entre las expresiones severas y austeras representaciones de ciertas pinturas del pasado, Kerr encuentra un giro de humor absurdo. Hay una dualidad, entre una apreciación sincera por el arte de los grandes maestros y una capacidad de irreverencia, de extraer las situaciones más cómicas de personajes solemnes.
“A menudo estoy viendo alguna mano o alguna esquinita, una textura... paso horas viendo estas pinturas y eso es posiblemente la mejor parte de este proceso”, dice Kerr. “Sí quiero que se transmita que amo estas obras y que amo a los grandes maestros y no los quiero irrespetar”.
“Cuando estaba estudiando animación, empecé a utilizar muchas pinturas del Renacimiento. Me enamoré de Lucas Cranach el Viejo... Algunas son graciosas por sí solas. Por ejemplo, viendo una pintura del Bosco y tratando de averiguar por qué un tipo tiene una trompeta en su trasero”, explica el artista.
“De modo que siento que los grandes maestros también se estaban divirtiendo muchísimo, probablemente. No sé si se sentirían insultados de que yo dijera eso, pero siento que alguien como El Bosco especialmente o incluso Hans Melming se estaba divirtiendo muchísimo haciendo esto. Definitivamente El Bosco sí. Se debe de haber estado riendo todo el tiempo”, añade.

Hay mucha música en sus obras, además, como se puede apreciar en redes sociales, y eso emana no solo de su gusto musical, sino de ese ritmo y ese humor que atraviesan sus juegos con la imagen. Se ha hecho parte de su identidad como artista.
Claro está también que si Scorpion Dagger se ha hecho tan popular es por la prevalencia de la cultura de memes. No pocas páginas y sitios juegan del mismo modo con pinturas históricas, excavando en ellas pequeños fragmentos de humor.
“Me gusta utilizar obras de los viejos maestros para mostrar que siempre hemos sido algo tontos, siempre hemos sido así. Y me gustaría pensar que a través de la culturas todos somos algo bobos. Todos tenemos un sentido del humor”, explica Kerr.
“Es una de las grandes cosas de viajar: sin importar adónde termines, todos se ríen de pedos. ¿Sabes? Como que todos tenemos un sentido del humor, un corazón, todos estamos interesados en las mismas cosas. Pones a personas distintas en una misma habitación y van a encontrar un terreno común, se van a reír... y en el Internet, pues es similar, para bien o para mal”, profundiza el artista.
Uno nunca sabe adónde lo llevan estas cosas. Scorpion Dagger ha colaborado con músicos siberianos, artistas de Argentina, o Francia, cercana culturalmente a su Québec. “Nada de esto sería posible sin poner mi trabajo en línea... hacer todas estas conexiones con otras personas”. Así llegó aquí esta semana también, y así paseamos por este curioso museo. Tal vez se encuentre a usted mismo en algún rincon del collage.
