
El mundo de Querido trópico es muy particular, delicado. Es un pequeño espacio que comparten dos mujeres distntas, que crece en un jardín en medio de la ciudad de Panamá. Durante esta película, nos dejan estar allí con ellas, conocerlas, y pensar en nosotros mismos.
El primer largometraje de ficción dirigido por Ana Endara se estrena en salas de Costa Rica con la distribuidora Pacífica Grey. El guion es de Endara junto con Pilar Moreno, con quien ha dirigido proyectos como Para su tranquilidad, haga su propio museo (2024); la dirección de fotografía es del costarricense Nicolás Wong Díaz.
“Cuando empecé a pensar en hacer una primera ficción, una de las cosas que quise era hacerla íntima y pequeña, un poco porque era un reto nuevo, entonces quería concentrarme mucho en lo que implicaba trabajar con actrices”, nos explica Ana Endara en una llamada de Zoom. Detrás de ella, mucho verde, justo como vemos a lo largo de la película.
En Querido trópico, Jenny Navarrete interpreta a Ana María, una migrante colombiana que atiende a una mujer adinerada que vive el inicio de la demencia, encarnada por la chilena Paulina García (Gloria, La novia del desierto). Una mujer frente a otra: dos vidas vulnerables por razones muy distintas. Las hojas y las flores. El ritmo de la vida normal, allá afuera.
“Comencé a pensar la película muy contenida en una casa y como que la historia se fue desbordando hacia el jardín”, explica la realizadora. “Quizás lo que buscaba era una manera de hacerlas vibrar más allá del espacio tan opresivo de la casa; a la vez, pensando en un jardín y en todos los detalles que uno puede encontrar allí, regodearme en eso, tener el tiempo y la tranquilidad de no estar rodando en la calle”.

Querido trópico ha recibido cálidos aplausos desde su estreno en el festival de Toronto, seguido por San Sebastián unos días después, a finales del 2024. En junio de este año, ganó el Premio a la Mejor Película de Centroamérica y el Caribe en el Costa Rica Festival Internacional de Cine. “Mis pelis siempre han resonado mucho con el público tico y siempre he tenido la oportunidad de mostrarlas allí a través del festival, pero ya esto es como ir un paso más allá en la relación, estar en salas comerciales”, celebra Endara.
Claro está, en Costa Rica hemos visto su obra documental. Pero, ¿cómo la ayudó esa experiencia a abordar el desafío de dirigir actrices y crear una ficción? “Quizás darme cuenta de cuando algo es honesto. Quizás tengo desarrollado ese ojo a a la verdad en la mentira, porque siempre estamos mintiendo”, dice Endara.
“Un documental está encuadrando una realidad y una ficción está contando una historia de unos personajes que no son reales, pero dentro de todos esos mundos hay fantasía o mentiras que uno crea”.

Ese ojo se nota además en el ritmo de la película, que da espacio al silencio, a momentos de espontaneidad, de frescura, de hallazgos; al silencio, dice la directora: “No decir el corte de una vez, sino esperar a ver qué más pasa... Y cómo te sorprenden, cómo un silencio incómodo se vuelve otra cosa”.
En cualquier caso, ese silencio dice mucho, “los silencios que comparten Mercedes y Ana María”. Es en ese silencio donde florece la intimidad, la cercanía que trasciende los secretos que se guardan. En medio, como espectadores, paseamos por el jardín de estas vidas ajenas que por un rato son nuestras.
