Todo lo que sentimos deja alguna huella en el mundo; eso incluye nuestro propio cuerpo. Múltiples culturas ubicaron en el corazón el depósito o el origen de los sentimientos; aunque hoy sabemos de sobra que surgen del entramado de mil órganos y procesos más, seguimos “sintiendo” con el corazón.
Corazón de milagros (2025) nos recibe en la sala de exposiciones temporales del Museo del Jade, donde la artista multidisciplinaria e investigadora Sussy Vargas muestra obras creadas desde 1998 hasta la actualidad. No es exactamente una retrospectiva, aunque permite apreciar la constancia y la evolución de sus intereses artísticos. Con la curaduría de Sofía Soto, Vargas se permitió una revisión profunda.
“Fue muy fuerte, porque detrás de cada fotografía, cada desnudo, cada objeto, detrás de cada palabra hay toda una vivencia”, confiesa la artista. Y es así que sus Cartografías del corazón (hasta el 24 de agosto) reciben a sus visitantes con muchos caminos abiertos hacia los afectos y recuerdos que conforman el mapa de lo que vivimos, con obras fotográficas, ensamblajes, objetos y reflexiones.
Esos afectos se depositan en lo material, en “objetos que no tienen ningún significado para nadie más que para uno”. Como explica Vargas, son “cosas que probablemente cuando yo me muera vayan a ir al basurero, porque quién va a saber por qué yo guardaba una piedrita o por qué guardaba un fragmento de un pelito de una mascota o lo que sea”. ¿Quién no guarda objetos de toda clase esperando preservar el vínculo que nos evocan?
Una de esas rutas hacia el corazón la traza la cultura popular, donde imaginamos el corazón como ese músculo depositario de nuestros deseos y ansiedades. “De ahí vengo. Vengo de una familia donde la música, los objetos, la decoración de los espacios tenían mucho que ver con la religión popular, con la música popular”, dice Sussy.
El gran corazón suspendido está rodeado de exvotos, referentes a la imaginería popular (de hecho, el primer trabajo de Vargas fue con el imaginero moraviano Francisco Ulloa). Claro, aquí se juega con cierto sentimentalismo o cierta ingenuidad que se entremezclan con esas expresiones.
“En una época en la que todo es digital, todo es construido, todo es artificial, todo tiene una caducidad programada, incluyendo las emociones, me interesaba todo lo contrario”, dice Sussy. “¿Cómo hacer una exposición en este momento donde todo parte de algo hecho con las manos puramente y donde toco las emociones?“. Tal ángulo implica riesgos: “Finalmente es abrirse, como artista, de par en par”.
En la exposición, otras obras incorporan objetos pequeños, variados, curiosos que pueden evocar reacciones distintas en cada espectador. Quién sabe qué lleva de una joya suelta a una memoria preciada, de un papelito arrugado a una evocación dolorosa.
En su libro Heartbeat Art (2025), Claudia Arzoqueta nos recuerda que “el latido del corazón se manifiesta por sí solo en todo el cuerpo, no solo en el sistema circulatorio, sino también en el ámbito de las emociones”. Así, las emociones se hacen físicas, materiales. “En el latido del corazón, la mente y el cuerpo convergen, ya que el latido es el origen de la vida, pero también de actividades, emociones, movimientos o ideas”, continúa.
De tal modo, el corazón de Sussy Vargas late en el Museo del Jade al ritmo que el espectador le imponga. Ella nos trazó su mapa para que lo exploremos.