¿Cuánto puede incomodar una película? Si nos fijamos en el año que lleva No Other Land girando por el mundo, parece que muchísimo. Ganó el premio al mejor documental en el Festival de Berlín en febrero del 2024; un año más tarde, se llevó el Óscar al mejor largometraje documental. Pero ninguna compañía la distribuye en Estados Unidos, un país pide a las salas no exhibirla y tras la ceremonia de Hollywood se dispararon las críticas contra todos los involucrados. ¿Qué puede ser tan grave en una película?
Para comprender lo que pasó, tenemos que remontarnos a febrero del 2024, en plena Berlinale, donde se estrenó en la sección Panorama. Dura 95 minutos. Es un documental y en el catálogo tiene doble nacionalidad: noruega y palestina.
La película es codirigida por Basel Adra, Hamdan Ballal, Yuval Abraham y Rachel Szor; es decir, dos palestinos y dos israelíes. Szor es una cineasta de Jerusalén, Abraham es periodista de investigación, Ballal es fotógrafo y Adra, quien también protagoniza la película, es abogado y periodista. Por años, Basel Adra ha registrado los ataques del ejército israelí en Masafer Yatta, en la Franja Occidental.
No Other Land trata de esa destrucción, en una pequeña región conformada por una veintena de aldeas. Adra ha luchado contra la expulsión de su gente y la demolición de sus casas desde la niñez. En el camino conoce a Abraham, quien “denuncia los mecanismos de opresión en nuestro país” con reportajes en +972 Magazine y otros medios. Se alían, pero los separa la realidad: Adra vive bajo ocupación militar y Abraham vive libre, sin restricción de movimiento.
Es una película dura. Acumula videos tomados del 2019 al 2023 de distintos ataques, de las demoliciones con tractores, golpes de soldados a miembros de la comunidad y la destrucción generalizada de casas, cultivos y la tierra misma, revolcada por la maquinaria. No solo abruma por la violencia de los asaltos, sino porque se repiten una y otra vez a lo largo de los años.
Hasta ahí, sigue una línea recurrente de documentales palestinos desde los años 70, cuando surgió el cine local, entrelazado con la resistencia e incluso con grupos armados. Lo que pasó después ha sido una historia tan digna de contar como la propia película.

¿Cómo se recibió ‘No Other Land’ en Alemania?
La última noche de la Berlinale se entregan los galardones principales. No Other Land ganó dos: el premio de la audiencia y el de mejor documental de todo el festival. Adra y Abraham subieron al escenario a recibir el premio.
Adra dijo que le resultaba difícil estar allí celebrando el éxito de su filme mientras en Gaza los palestinos estaban “siendo masacrados y asesinados”. Abraham, quien vive a 30 minutos de Adra pero goza de libertad de movimiento sin problemas, denunció la situación de “apartheid” en su país y pidió una “solución política” a la crisis, que para entonces no dejaba de crecer en intensidad.
Algunos aplaudieron, otros abuchearon. La comisionada federal para la Cultura, Claudia Roth, aplaudió el discurso, claro (el Estado financia un tercio del presupuesto de la Berlinale con unos 13 millones de euros). Al día siguiente, los medios alemanes rebosaban críticas a ella y al festival mismo.
Políticos de distintos partidos pidieron su renuncia y exigieron retirar los fondos al festival, el tercero más importante de Europa, después de Cannes y Venecia. Ante las críticas, Roth dijo que solo había aplaudido por el cineasta israelí, no por el palestino.
Si suena absurdo, es porque la libertad de expresión ha sido sacudida día tras día después del brutal ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre del 2023. No cabrían en este artículo la cantidad de incidentes que, una y otra vez, han despertado polémica en Alemania, en Europa en general y en muchos países más. Charlas canceladas, eventos suspendidos, despidos en universidades, represión policial, criminalización del uso del keffiyeh, la bandera palestina, eslóganes y otros signos, y en general, una restricción profunda al apoyo para Gaza.
No se sabe cuánta gente ha muerto por la campaña israelí en Gaza. No se sabe cuánta ha muerto en la Franja Occidental, que no domina Hamás, y donde se ubica Masafer Yatta. Los días antes de los Óscar la zona fue blanco de nuevas invasiones de colonos, con palos y mazos. Una escena más de la película, pero en vivo.
La película también ha sido criticada por recurrir a la narrativa de que es viable una solución “pacífica” sin desmantelar las instituciones que hicieron posible el asedio y la masacre, una polémica antigua en el activismo y el pensamiento palestino. Es, claro, la discusión permanente de si es viable un diálogo en las circunstancias actuales.

Una semana antes de los Óscar, ninguna compañía quería o podía distribuir No Other Land en Estados Unidos. Los cineastas lo hicieron por su cuenta. Este domingo 2 de marzo recibieron la estatuilla. En la audiencia algunos aplaudieron, otros callaron. El ministro de Cultura pidió a las salas y centros culturales de su país no exhibirla.
Suponiendo que algún día acabe el horror, habrá que preguntarse qué fue visible y qué fue suprimido. Desde el 2023, el cine palestino ha circulado en links de Google Drive, en festivales, en salas culturales... Ningún silencio dura para siempre.
