Hay encuentros que simplemente no pueden ser. Éric Chacour (Montreal, 1983) se propuso narrar uno de estos romances imposibles echando mano de la música, de Romeo y Julieta, del Egipto que conocieron sus padres... y del deseo de contacto, de estar con otro, de conocernos.
El autor canadiense de Lo que sé de ti (2024), una de las novelas en francés más premiadas del año, visitó el país como parte de la Feria Internacional del Libro de Costa Rica, gracias a la Embajada de Canadá y la Alianza Francesa.
En la novela, ambientada en El Cairo de los años 80, Tarek, un joven médico, ha seguido la pautas que le marca una vida común y corriente. Un encuentro inesperado con otro hombre disparará consecuencias para él, para su entorno, y para la forma en la que imagina el mundo.
Conversamos en el Centro de Convenciones antes de una mesa redonda con el tema “La ausencia del amante”, junto a Catalina Murillo, y la presentación de su libro, disponible en Librería Internacional.

— ¿Cómo fue el proceso de creación de la novela?
— Mi sueño cuando era joven era escribir letras de canciones. Ese era mi sueño. Nunca he soñado con ir por la calle y ver una librería con mi libro en la vitrina, con mi nombre allí, sobre la portada. Pero me acuerdo de imaginarme encender la radio y oír una canción de un cantante que me gustara y claro, una canción que yo habría escrito.
“Yo no sabía tocar ningún instrumento y tampoco tenía amigos que supieran componer, entonces el mejor plan era escribir una novela porque solo dependía de mí mismo”.
— Tomó muchos años también poder elaborar el libro y encontrar el tiempo para terminar de escribirlo...
— Sí. Un poco más de 15 años. Es que nadie estaba esperándome y para mí solo era un hobby. Tenía mi historia, yo sabía exactamente lo que quería contar, capítulo por capítulo, lo que pasaría, cuáles serían los personajes, todo eso lo tenía en mi plan.
“Fui poco a poco escribiendo mi historia y lo terminé durante la pandemia y cuando acabé, pues pensé que sería una lástima no tratar, por lo menos, de enviarla una editorial y tuve mucha suerte porque la primera funcionó”.

— Y por supuesto ha tenido un un éxito notable. también. Me imagino que fue una sorpresa.
—Sí, claro. Que de pronto tuviera una recepción tan buena. No esperaba nada. El libro acaba de incluirse en la lista de los 25 libros que han cambiado el Québec, según el periódico francés más grande de Canadá. Al mismo tiempo fue el libro más premiado en Francia el año pasado. Es algo inimaginable para mí. Yo he escrito este libro en mi cama sin pensar que un día estaría aquí en Costa Rica para hablar de eso".
—¿Cuáles condiciones o características del libro cree que lo hicieron resonar tanto con los lectores?
—De verdad, no sé. Es un poco como un truco de magia. Y todo el mundo piensa que como soy el autor, pues soy el mago. No soy el mago. Soy como todo el mundo tratando de ver el hilo invisible o el conejo en el sombrero.
“Siempre es una alegría ver que un libro puede atravesar fronteras, idiomas y llegar hasta el corazón de gente que no tiene el mismo bagaje cultural, pero la literatura permite crear esos vínculos y eso siempre es algo que me emociona”.
— También es un libro algo atrevido, no solo por el tema, sino por la forma en la que está escrito; por ejemplo, las secciones con narrador en segunda persona, algo poco frecuente...
—Una persona en Internet ha escrito a propósito de la novela que era como un libro de detectives, pero escrita en poesía. Me gusta mucho porque claro, no es un thriller ni una colección de poemas. Pero creo que hay un poco de esa ambición detrás de mi escritura.
“Y sí, claro, tener una segunda persona para contar la historia y no saber exactamente quién es esa persona y con la lectura tratar de adivinar quién podría ser. Es poco como un libro de deducciones. Me gusta jugar con el lector y reconocer su inteligencia”.
—Pensaría que, con un proceso tan extenso de escritura, y considerando que era un deseo personal, más que una obligación, hubo mucho de autodescubrimiento en el proceso...
—Quizás el mayor descubrimiento sobre mi propia escritura viene de los traductores. Es cuando hablas con tus traductores que tienes que verbalizar cosas que son a veces inconscientes, necesitan entender exactamente lo que has escrito, por qué lo has hecho de esa manera, cuál era la intención detrás de la frase y a veces no sé cuál es exactamente, además de que algunas han sido escritas 15 años antes. Cuando tienes que responder a estas preguntas, tienes que de cierto modo analizar tu propia escritura y eso es muy interesante".

— El libro ha permitido a muchas personas descubrir ese contexto de los años 80 en Egipto, un país muy distinto al de hoy, y diferente de lo inmediatamente anterior. También ocurre en una comunidad específica, la levantina. ¿Qué buscabas en ese contexto tan particular?
— He ido a Egipto quizás 15 o 16 veces, pero el Egipto que veo es muy diferente del que estoy describiendo. Es el Egipto de una comunidad específica, la levantina, personas que venían de Siria, de Líbano, que hablaban francés, cristianos.
“Es el Egipto de mis padres y yo crecí con las historias de mis padres, de sus amigos, de mis tías, tíos, contándome su infancia y sus memorias. Mi madre me cuenta cuando era joven e iba al centro de deporte para escuchar la música de los cantantes franceses como Françoise Hardy o France Gall. En esa época, se escuchaba la misma cosa en Québec, de donde vengo, que en París, en Alejandría o en El Cairo.
“Pero eso solo es el telón de fondo. Lo más importante es la historia de corazones que laten y esa historia solo viene de mi mente”.
—Que me imagino también estará nutrido por otro montón de referencias, no solo recuerdos, sino cine, música...
— Siempre me inspira la música. Siempre estoy muy inspirado por otras formas de arte. Hay capítulos en la novela inspirados en una canción: hay uno escrito con el mismo truco que una canción de rap en francés, otro como una canción de Céline Dion. Y la estructura global de la novela es muy inspirada de Romeo y Julieta de Shakespeare.
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