
Phyllis Ponting, una mujer de 99 años del poblado de Devizes, al suroeste de Inglaterra, recibió una carta que creyó perdida para siempre. El mensaje, escrito en 1941 por su entonces prometido Bill Walker, apareció tras 77 años de silencio.
Walker fue un soldado británico destinado en la India durante la Segunda Guerra Mundial. Desde ese país envió una carta a Phyllis en la que celebraba emocionado que ella hubiese aceptado su propuesta de matrimonio.
El joven de 22 años escribió desde una tienda de campaña en Bangalore, con palabras llenas de amor y esperanza. Sin embargo, la misiva nunca llegó a su destino. Walker fue dado por desaparecido ese mismo año.
El destino de la carta quedó atado al del SS Gairsoppa, un buque británico hundido por un submarino alemán en 1941 frente a las costas de Irlanda.

Este carguero transportaba lingotes de plata desde la India y se convirtió en uno de los naufragios más buscados del siglo XX. En 2011, un equipo de arqueólogos marinos logró recuperar más de 700 documentos del naufragio. Entre ellos se encontraba la carta que Walker escribió a su prometida.
El contenido del mensaje reveló que el joven soldado sí deseaba casarse con Phyllis y que su silencio no respondió a una decisión personal, sino al trágico destino del barco en el que iba la carta.
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Phyllis reconstruyó su vida después de la guerra. Se casó, tuvo cuatro hijos, enviudó y volvió a casarse.
Aunque su primer amor quedó como un recuerdo doloroso, nunca imaginó que obtendría una respuesta décadas más tarde.
La carta llegó a sus manos gracias a una colaboración entre el Museo Postal de Londres y un programa de la BBC, que se propuso identificar a la mujer a quien iba dirigida. El equipo rastreó el nombre “Phyll” mencionado en el texto y logró encontrar a Phyllis.
El reencuentro con la carta se transmitió en televisión, donde la mujer recibió el mensaje rodeada por sus hijos, nietos y bisnietos, quienes por primera vez escucharon sobre ese amor perdido.
Phyllis expresó que sintió una gran liberación al saber que su prometido nunca la olvidó. A sus 99 años, logró cerrar un ciclo que permaneció inconcluso por más de siete décadas.

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